viernes, 9 de noviembre de 2012

El lenguaje de las inmobiliarias

Hace cinco años tomé la decisión de mudarme del departamento donde vivía y comprar otro. Ineludible fue, entonces, la prolija lectura de los avisos clasificados en los que se anunciaban inmuebles.

En tal circunstancia, se encuentra uno con que las inmobiliarias (es decir, los agentes de bienes raíces; en la Argentina les decimos "inmobiliarias") manejan una jerga particular para describir los inmuebles que tienen en su cartera. 

Cuando un inmueble (departamento o casa) está hecho un verdadero desastre, prácticamente para demoler y volver a edificar, el aviso suele decir, prolija, eufemística y desfachatadamente, que "faltan arreglos", "faltan refacciones" o que se trata de un inmueble "para inversores". No, no es que al inmueble le falten refacciones ni arreglos: a la inmobiliaria le falta vergüenza.

Cuando da miedo entrar al inmueble pero realmente con algunos arreglos no muy caros uno podría entrar a vivir, entonces las inmobiliarias suelen calificarlo de "bueno". O sea que uno, si no está correspondientemente avispado, pierde su tiempo y sus ilusiones viendo algo que uno presume bueno, pero se da cuenta de que allí, durante el tiempo que duren los arreglos, no viviría ni el canario. Nuevamente, la jerga ¿engañosa, podríamos decir? de la inmobiliaria.

Cuando en el aviso aparece la palabra "muy bueno", recién ahí podés pensar que la cosa empieza a pintar decente. Recién ahí. Puede que haya que hacer algún arreglito, algún retoque (y no hablo de gusto personal, sino de arreglos necesarios para vivir), pero uno puede ya entrar los muebles y estar protegido de los lobos de la calle, que aúllan y cómo.

Cuando en el aviso aparece la palabra "excelente", ah, bueno, ahí tenés que llevar el camión de caudales, directamente. Y ahí la inmobiliaria no miente: cuando te dice "excelente", es porque el inmueble es una maravilla, pero preparate para que te arranquen los ojos. Como variante del calificativo "excelente", he visto muchas veces frases que ensalzan tal excelencia como "chiche bombón" (una expresión muy porteña), "sólo para exigentes", "sólo para entendidos", "un lujo asiático" y alguna que otra frase que ahora no recuerdo, pero del mismo cariz de las mencionadas.

"La mentira inmobiliaria", como yo solía llamarla cuando el aviso decía una cosa y yo veía otra de inferior calidad. Mi bronca se originaba en que todos esos inmuebles, como corresponde a nuestro Buenos Aires querido, estaban y están todavía hoy, cotizados en dólares y al valor que se le canta a las inmobiliarias. Porque ellas no acuerdan con nadie, salvo entre ellas mismas, el valor del metro cuadrado. Uno puede negociar hasta cierto punto, pero no es una verdadera negociación; es apenas un regateo de unos pocos pesos. Es decir, buscar casa en Buenos Aires es un garrón por donde se lo mire. Mientras lo hacés, te agarra la úlcera. Te recuperás cuando compraste y dejaste atrás el garronazo.

jueves, 8 de noviembre de 2012

La palabra "department" como calco inglés-castellano

Hoy traigo otra cuestión interesante planteada por mi colega Miguel Siso Fernández, al que ya nombré en otro artículo.

Miguel comenta lo siguiente:

ABRO CITA
Fijate que, por ejemplo, siempre se traduce como "secretarios" a las autoridades de EE.UU. que vendrían a ser lo que nosotros conocemos en casi todo el continente como "ministros", pero... acá aplica el calco como una cosa fija.
CIERRO CITA

Es cierto: en EE. UU. se denomina "departamento" a los organismos del Poder Ejecutivo que se ocupan de un determinado interés que dicho Poder Ejecutivo desea proteger o promover. 

En la Argentina sucede exactamente lo mismo; tenemos, dentro de la órbita del Poder Ejecutivo, organismos que se ocupan de promover/proteger distintos intereses, con la diferencia de que esos "departamentos" se llaman, en la Argentina, "ministerios". Es decir: en tiempos de guerra, en la Argentina hubo un Ministerio de Guerra; cuando la guerra cesó, la existencia de ese ministerio dejó de tener sentido y se lo disolvió. Si a determinado Poder Ejecutivo le interesa promover/proteger la producción industrial, genera un Ministerio de la Producción, y lo mismo sucede con ciertos valores básicos para toda sociedad y todo pueblo: la educación, el trabajo, la economía, la seguridad interna, las relaciones con países extranjeros, la supervisión de los cultos religiosos, entre otros.

El hecho de que en un país, Estados Unidos, se llame "department" a esas delegaciones del Poder Ejecutivo y que en la Argentina (y en el resto de Latinoamérica) se las denomine "ministerio" no autoriza, a mi criterio, a emplear un calco de traducción, "department" como "departamento", y mucho menos al "secretary", que es la cabeza del "department", como "secretario". En la Argentina, los ministerios se dividen en secretarías, y quien encabeza la secretaría tiene el cargo de "secretario". En este último caso, estaríamos metiendo la pata con un falso cognado: equiparar el rango de ministro (más alto) con el de secretario (inmediatamente inferior), cuando el "secretary" estadounidense no es un "secretario", sino un "ministro".

Es decir, si traducimos el "Department of Education" estadounidense como "Departamento de Educación" se provoca una confusión: no se sabe bien si ese "Departamento de Educación" tiene rango ministerial o no.

Cuando traducimos institutos jurídicos, tenemos que fijarnos en la naturaleza jurídica del instituto jurídico en castellano y compulsarlo con la naturaleza jurídica del mismo instituto en inglés, aunque tengan distinto nombre. Así, la "execution" del derecho anglosajón de contratos NO es la "ejecución" del derecho argentino de contratos. Son dos cosas muy diferentes. De la misma forma, cuando traducimos nombres de instituciones, como en el caso de "department" en EE. UU., tenemos que fijarnos en la función que cumple un "department", y allí nos daremos cuenta, investigación mediante, que cumple funciones muy parecidas a las de un ministerio argentino. ¿Y por qué digo "muy parecidas"? Porque las funciones que cumple un ministerio en la Argentina y su par en cualquier otro país, Estados Unidos o cualquier hermano país latinoamericano, no siempre son idénticas. Cada país defiende sus intereses de manera distinta. En el caso del Ministerio de Educación, el sistema educativo argentino tiene una estructura determinada, y el sistema educativo estadounidense tiene otra estructura, diferente en algunos puntos a la nuestra y parecida en otros. Es lógico, entonces, que, si vamos al detalle, ciertas funciones sean diferentes entre uno y otro, pero lo cierto es que 1) ambos son organismos del Poder Ejecutivo; 2) ambos protegen un interés del Estado: la educación. 

¿Lo digo una vez más? No, yo no, lo dijo papá Shakespeare a través de las brujas de Macbeth: "Engañosas y traicioneras son las palabras; siempre quieren decir algo distinto". No nos dejemos encandilar por la palabra, por el significante; miremos el significado.