jueves, 3 de mayo de 2012

¿Hace falta traducir absolutamente todo? El caso de la palabra "condo"

Hace un par de días tuve que traducir un capítulo del programa "The Rachel Zoe Project", que se emite por el canal Glitz (de cable). En dicho capítulo, la protagonista, la diseñadora Rachel Zoe, se mudaba de su "condo", sito en Los Ángeles, a una casa, también sita en esa ciudad.

Sin dudarlo, cada vez que apareció la palabra "condo", mi traducción fue "departamento". Se me ocurrió pensar: "¿Soy infiel al traducir de esta manera?". La respuesta que me di es "no", en base a los siguientes razonamientos y criterios:

1) En EE. UU. existe la figura jurídica del "condo". ¿Qué es un "condo" en EE. UU.? Es un edificio de departamentos, habitualmente lujosos, gobernados por un directorio. Sí, señores, por un directorio, al mejor estilo de una corporation. Ese directorio (Board of Directors) decide, por ejemplo, qué nuevo condómino o consorcista (según la terminología del derecho argentino) aceptarán como vecino. Es decir, no es que compro un departamento en un condo y ya está: me tienen que aceptar como nuevo vecino. Si no me aceptan, por mucha plata que yo ponga, no entro a vivir al susodicho lugar.

2) En la Argentina sucede algo así con los country clubs: se trata de zonas delimitadas, exclusivas, cercadas, donde una empresa constructora o urbanizadora vende o bien los lotes (para que los propietarios construyan sus casas), o bien venden a quienes deseen ir a vivir al lugar el lote con la casa ya construida. Allí también hay que someterse a una aprobación para ir a vivir.

Fuera de esta situación, no existe en la Argentina la figura del "condo" estadounidense. Sí tenemos en Buenos Aires los edificios de departamentos, regido por un consorcio de propietarios que carece de personería jurídica y rige, en base a un reglamento de copropiedad, las relaciones y los aconteceres diarios del edificio.

También hay en Buenos Aires y en el Gran Buenos Aires una figura inmobiliaria híbrida, el "departamento tipo casa": se trata de dos o tres (a veces, un poco más) departamentos construidos sobre un mismo lote, que suele ser de buenas dimensiones. Al primer departamento se suele acceder por una puerta independiente, y a los departamentos que se construyen a continuación del primero se accede a través de un pasillo cuya puerta da a la calle. En otros casos, se accede a todos los departamentos a través del susodicho pasillo. La cuestión es que uno accede a una pequeña "casita", en un consorcio de poquísimas unidades, por un valor mucho menor que el de una casa propiamente dicha. Otra ventaja es que estos departamentos tipo casa, al tener pocas unidades, no deben soportar los abultados gastos que sí deben soportar los edificios: portero, vigilancia, iluminación, artículos de limpieza, ayudante del portero, etcétera.

3) Por otra parte, en el Código Civil Argentino sí existe la figura del "condominio", pero como variante de la figura del "dominio": hay condominio cuando dos o más personas son dueñas a partes ideales de un mismo bien. Como puede inferirse de esta definición, el bien puede ser un inmueble, pero bien puede ser un auto, un caballo u otro bien.

4) Algunas inmobiliarias y constructoras porteñas denominan "condo" a edificios de departamentos tipo casa de jerarquía, y le dan esta denominación sofisticada para poder cobrarlos más y para atraer a personas que puedan pagar dicho precio. De ninguna manera puede equipararse esta tilinguería con el "condo" estadounidense.


Como ven, desgranar todo este razonamiento me llevó más o menos unos diez días. Pero la conclusión a la que arribé bien valió la pena: ¿tenía sentido confundir al televidente argentino poniendo una y otra vez la palabra "condo" en la traducción del capítulo de marras? No, me pareció que no tenía sentido, y que con traducir "condo" como "departamento" era más que suficiente; en primer lugar, porque lo que se veía en pantalla era un departamento, por dentro de éste y por fuera, en las tomas en exteriores. No importaba la figura jurídica que lo rigiera: lo que yo veía era un departamento; lujoso, sí, pero departamento al fin. En segundo lugar, lo que importaba aquí era el contraste: la mentada diseñadora se mudaba a flor de casa, tremenda casa, entonces el contrapunto entre "departamento" y "casa" era claro. No hacía falta mencionar específicamente que se mudaba de un "condo", palabra que, como quise demostrar a partir de los puntos 1) a 4), podía llegar a no entenderse o a traer confusiones.

En alguna oportunidad vi, en algún foro de los que a veces frecuento, que alguien preguntaba: "¿Cómo traduzco la palabra 'condo'?". Como traductora, considero que esa pregunta, así formulada, a boca de jarro, sin contexto, sin saber si tiene importancia decirle al lector si es un "condo" o no lo es, está mal formulada. Además, en los mencionados foros, jamás veo que digan "se trata de un texto que va a ser leído por público español / mexicano / chileno / etc.". Lo digo porque en España, el departamento no se llama "departamento": se lo suele llamar "piso". Y en Buenos Aires, un "piso" es una cosa bastante distinta: es un flor de departamento, que no comparte el nivel asignado (primer piso, segundo piso, etcétera) con ningún otro departamento, sino que ocupa la totalidad de la superficio de dicho nivel. Es fundamental, además de mencionar el contexto en que aparece la palabra, tener una idea aproximada de qué público leerá la traducción, porque, como se ve hasta acá, las diferencias terminológicas son muchas.

Para redondear: en el caso del "The Rachel Zoe Project" no tenía importancia traducir específicamente la palabra "condo", porque la tomé como un departamento, por los motivos enunciados. La conclusión que saco es: ¿realmente debemos preocuparnos por cada palabra que aparece en un texto, quedarnos pegados a ellas, o es más importante adaptar el texto meta a la realidad a que se refiere el texto fuente y obtener un resultado natural y, sobre todo, inteligible para el público lector? Quienes me sigan desde hace un tiempo saben cuál es mi respuesta.