domingo, 16 de octubre de 2011

Preguntas con tenues respuestas

¿Qué es lo que hace que el uso popular adopte determinadas denominaciones y no otras? Me explico: en la ciudad de Buenos Aires (lugar donde nací y del que escasamente salí físicamente) hay una avenida que se llama Juan Bautista Alberdi. Popularmente se la llama así: Juan Bautista Alberdi. Pero hay otra avenida que lleva el nombre de un ilustre socialista argentino, Juan Bautista Justo. Pero no se la llama así: el uso popular la denomina Juan B. Justo. Aclaro que ambas avenidas se encuentran dentro de las arterias más concurridas de la ciudad de Buenos Aires.

Por otra parte, hemos tenido presidentes con primer nombre, segundo nombre y, por supuesto, apellido. Por ejemplo, Juan Domingo Perón. Pero no son pocos los medios informativos que, si no ahora en algún momento del pasado, llamaban "CFK" a nuestra actual presidenta, la Dra. Cristina Fernández de Kirchner.

¿Por qué ahora y no antes llamar a un personaje público por sus iniciales? ¿Por comodidad y brevedad? Puede ser. ¿Por "contagio" con la sigla de otro presidente -esta vez, de Estados Unidos-, John Fitzgerald Kennedy? No lo sé. ¿Y qué hace que la gente se tome el trabajo de desenrrollar la lengua para decir "Bautista" en un caso y no en otro? Tampoco lo sé. Lo único que se me ocurre como hipótesis es el capricho, el mismo capricho que rige otros aspectos de nuestro idioma y de tantos idiomas más, los efectos de cierta anarquía, de cierta casualidad, de cierta contingencia a la que se encuentran sometidos los idiomas.

Sí, respuestas tenues, todas éstas.