martes, 29 de marzo de 2011

Mongo y Magoya, ciudadanos ilustres de la ciudad

Como siempre, me refiero a la ciudad de Buenos Aires. Sí, Mongo y Magoya son dos ciudadanos ilustres, al punto tal que sus nombres podrían designar sendas calles o avenidas, incluso sendas plazas de esta linda ciudad.

Los nombres "Mongo" y "Magoya" se utilizan en expresiones como "andá a reclamarle a Mongo / Magoya", "andá a contárselo a Mongo / Magoya", "que te lo pague Magoya / Mongo" y frases semejantes donde al receptor se lo saca con cajas destempladas, por decirlo con la finura y elegancia que vanamente persigue este humilde blog.

En el primero de los ejemplos, la frase es equivalente a "no tenés a quién ir a reclamarle" o "no tenés nadie ante quien hacer valer tu reclamo". Es una frase que tiene la virtud de poder emplearse como preventiva y también ante los hechos consumados. Un ejemplo de uso en forma preventiva es el siguiente: "Pedile al tipo que te firme el remito, porque si no tenés el remito firmado, después puede no pagarte la mercadería y entoces, andá a reclamarle a Magoya". Es decir, "no vas a tener a quién reclamarle", como ya quedó dicho.

Segundo ejemplo: "andá a contárselo a Magoya / Mongo". El receptor de la frase ha dicho una mentira flagrante y el emisor se ha dado cuenta. Lo manda a freír churros con la frase citada.

Tercer ejemplo: "que te lo pague Magoya / Mongo". Vale aquí la explicación dada para el primer ejemplo.

También suele decirse en Buenos Aires de los productos de marcas poco conocidas y que no producen confiabilidad en el consumidor que tal producto es "marca Mongo". En este caso, a diferencia de los anteriores, "Mongo" no es intercambiable con "Magoya". Aquí ganó Mongo, por muerte.

Si la idea de poner nombres de próceres o personajes famosos a las calles, avenidas, plazas, parques, pasajes y otras formas de la vía pública es que todos tengamos esos nombres en la boca y a esos personajes en nuestra mente, en este caso el proceso es inverso: a Mongo y a Magoya, los porteños los tenemos todo el día en la boca y en nuestro pensamiento. Sí, merecen aunque sea un monumento.

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