miércoles, 21 de marzo de 2012

El camino de la resignación

En uno de los foros de los que participo en LinkedIn se inició un debate con la siguiente consigna:

ABRO CITA
Estoy buscando informacion sobre como mantener el correcto uso del idioma espanol en los Estados Unidos. Que pueden hacer los maestros, el sistema de educacion y la sociedad a su favor?
CIERRO CITA

Una servidora, por supuesto, sugirió el seguimiento de las normas y lineamientos dispuestos por la Real Academia. Otros participantes, incluida la iniciadora del debate y una servidora, hablamos del "español correcto" y del "español incorrecto", términos éstos en los que se cae de manera inevitable cuando el tema versa sobre "hablar según las reglas" o "hablar fuera de las reglas".

Una de las respuestas fue la siguiente:

ABRO CITA
Creo que más que nada, hay que reflexionar sobre lo que es 'correcto' or si existe este idea. Están diciendo que hay que hablar castellano de España para ser inteligente o mostrar el intelecto de cada uno? Yo creo que la formación de Spanglish o cambiar la idioma que originó de muchos países hispanohablantes no es incorrecto, es inevitable. Los españoles si mismos no siempre dicen lo correcto, entonces como podemos esperar lo mismo de nuestros alumnos que además, quizás nunca irán a España! Necesitan español para sobrevivir día a día en situaciones más cotidianas. Creo que profesores tendrían que encontrar un balance entre spanglish y un español académico por el simple hecho de rendir pruebas y hacer traducciones pero hay que entender que ya no es el español que se usa a diario hoy en día.
CIERRO CITA

En primer lugar, dejo constancia (bajo juramento solemne) de que ninguno de los participantes del debate hablamos de que había que hablar el castellano de España para ser inteligente o para mostrar el intelecto de cada uno. Así se lo hice saber a la señorita dueña de la intervención.

Pero lo que me llama la atención es la superficialidad con que se toma el concepto, ya enunciado por Ferdinand de Saussure y sus epígonos, de la "mutabilidad de la lengua". La señorita autora del segundo párrafo citado dice: "Yo creo que la formación de Spanglish o cambiar el idioma que originó de muchos países hispanohablantes no es correcto, es inevitable".

Lo de "inevitable" me parece, por lo menos, relativo. Todos podemos tomar la decisión de hablar mejor y no por eso bloquear ni obstaculizar la "evolución de la lengua". El lenguaje es un reflejo de lo que somos por dentro, del mucho o poco bagaje espiritual que poseamos, y tenemos la posibilidad de operar sobre eso. Tenemos la posibilidad cierta de aprender más palabras, de abrir un libro y enterarnos de qué sintaxis tenemos que utilizar en determinado idioma para hablar ese código común que permite la comunicación.

La autora del segundo párrafo citado agrega: "Necesitan español para sobrevivir día a día en situaciones más cotidianas" (la sintaxis de esta misma señorita deja bastante que desear, pero obviemos ese detalle). Justamente ésa es la justificación para hablar un mejor castellano, apegado a lo que son los usos y costumbres actuales recogidos por la Real Academia: en la medida en que pueda hablar yo un castellano comprensible, bien estructurado -lo cual supone estudios y lecturas, claro- podré defender mejor mis derechos, por ejemplo, ante un atropello de cualquier índole. Tendré la posibilidad de leer las leyes y ver qué derechos me garantizan y cuáles obligaciones me exigen. Tendré la posibilidad de saber si mis gobernantes cumplen con sus promesas electorales o no. Todas esas ventajas me las da el conocer a fondo -lo más a fondo posible- un idioma dado.

Sí, claro; alguien me dirá: "Bueno, está bien, pero los jóvenes hispanos de California también tienen grupos de pertenencia con los cuales hablarán otro código, el del Spanglish". No hay ningún problema. Podés utilizar un código para cada situación, y seguramente a esos chicos les va a ser muy útil manejar el código que les exigen sus pares. Pero ese código no va a ayudarlos cuando la policía haga abuso de autoridad respecto de ellos. Entonces, es bueno tener en claro cuáles herramientas lingüísticas te ayudan y cuáles te juegan en contra.

Parece una pavada; parece que las palabras son palabras y nada más. No, muchachos, las palabras son mucho más que eso. Hay palabras que te salvan y otras que te hunden. Pero quiero rescatar esa noción de lo "inevitable": la evolución de la lengua en un sentido -el de la deformación del vocabulario y la sintaxis hasta límites incomprensibles- o en otro sentido -una evolución basada en una inclinación cada vez mayor a querer aprender, comprender y aprehender nuestro entorno, lo cual incluye agarrar libros y diccionarios, y leerlos y usarlos- depende enteramente de nosotros. En algún otro foro donde me echaron a patadas me encontré con cierto forista que hablaba de la "libertad absoluta en la evolución de las lenguas". No es cierto; eso sería cierto para el indoeuropeo o para el latín en el siglo tres antes de Cristo. Hoy en día tenemos la posibilidad concreta de influir sobre la evolución de nuestra lengua y decidir si queremos un idioma que refleje que adentro llevamos la lacra más grasienta de los medios de comunicación o un interior forjado en lecturas edificantes y constructivas (los clásicos griegos, la literatura argentina, cualquier literatura de buena calidad).

Muchachos, creo que a esta altura estamos grandecitos como para que el lenguaje nos maneje. Estoy convencida de que, hasta cierto punto y con los límites que impone la lógica, nosotros podemos gobernar la evolución de nuestra lengua, según queramos ser una sociedad de brutos o una sociedad de tipos medianamente sensibles e instruidos. 

Lo bueno de todo esto es que el interruptor está en nuestras manos.