Hay traductores que se guían por criterios incomprensibles. El otro día, en "That Mitchell and Webb Look", en el sketch del programa de preguntas y respuestas que se realiza en una especie de refugio antiaéreo, en varios subtítulos aparece la frase "the event". Ajá. Sí, claro, la gracia del sketch es que el programa de preguntas y respuestas se desarrolla luego de que tuvo lugar un suceso, "the event", que destruyó a gran parte de la humanidad.
Ya dije en algún otro artículo de este blog que el mouse de la computadora ya es el mouse y difícilmente sea el "ratón"; pero creo que la frase "the event" no solamente tiene una traducción, sino que esa traducción es esencial para que se entienda el subtitulado.
Si vamos a pensar que "bueno, el televidente sabe inglés y lo va a entender", entonces, ¿para qué subtitulamos, en primer lugar? Dejemos todo en inglés, si total "el espectador entiende". Cosa de locos.
A mí me sucede, en otro ámbito -el de la traducción pública-, con ciertos listados de artículos para oftalmología. Hay unos tapones a los que incluso en castellano se les dice "plug". "Plug" significa "tapón". Muy bien. En las traducciones públicas que yo hago, coloco ambas palabras, "plug" para aquel lector al que le guste la jerga médica, y entre paréntesis pongo "tapón", porque si de algo no me tengo que olvidar es de traducir. ¿Qué sentido tiene conservar un nombre en inglés cuando en realidad mi función es la de comunicar al lector el significado de las palabras del idioma extranjero?
Algo parecido sucede con una sonda cuya marca es Monoka. Entre los médicos se la conoce así, "Monoka" o "Mini-Monoka", según el tamaño. Bien, pero mi obligación para con el lector de la traducción es glosar esa marca, lo cual da como resultado "sonda marca Monoka". Habrá gente que entienda la palabra "Monoka" así, pelada, pero ¿y el que no entiende?
Lo contrario sucede con la palabra "stent", por ejemplo. El stent es un dispositivo médico tubular que sirve para apuntalar, para mantener abiertas determinadas cavidades o vasos sanguíneos. Su nombre viene de su inventor, el Dr. Charles Stent, inglés. El nombre de este dispositivo ya está tan difundido que es inútil y hasta confuso llamarlo de otra manera. Ésta es una de esas ocasiones en que el nombre en inglés ya quedó acuñado como significante de una cosa, pero no quiere decir que esto sea un piedra libre para dejar palabras en inglés que son perfectamente traducibles al castellano.