viernes, 30 de septiembre de 2011

Simpático

Creo sin temor a equivocarme que ningún adjetivo me trae tantos problemas como "simpático". Cuando mis alumnos de inglés quieren decir "simpático" en inglés se empeñan en utilizar la palabra "sympathetic". Les explico que "sympathetic" es otra cosa: es un adjetivo que se refiere a una persona comprensiva y compasiva, en principio, pero puede tener alguna variante de significado según el contexto.

Cuando me preguntan cómo dicen "simpático" en inglés, les digo que pueden utilizar el adjetivo "nice"; no quedan del todo convencidos porque creen que algo les estoy escamoteando, que "nice" dice mucho menos que "simpático". ¿Cómo explicarle cuestiones avanzadas de traducción a un grupo de personas que no termina de incorporar cuestiones más sencillas, como que en inglés las preguntas empiezan con un auxiliar, que a continuación viene el sujeto y recién después viene el verbo principal? Entonces, intento con "friendly". Si una persona es simpática es porque suele ser amistosa. "Use 'friendly', alumno, o 'likeable'", respondo. Y se quedan un poco más tranquilos.

¿Qué sucede si decimos que un objeto es simpático? Por ejemplo, días pasados estábamos viendo con mi marido un programa muy interesante que se emite por el History Channel. El programa se llama "El precio de la historia" y es realmente muy ameno. En un solo programa, uno de los personajes, Rick, calificó de "simpático" a dos objetos. Yo pensé: "Qué interesante que el traductor haya incorporado un adjetivo que no suele estar presente en las traducciones del inglés al castellano sencillamente porque no hay una palabra en inglés que tenga la misma fuerza expresiva que 'simpático'". Realmente, me pareció todo un mérito del traductor -y conste que siempre critico las traducciones de documentales-, y me pregunté además cuál sería la palabra original. ¿Habría sido "nice"? ¿Habría sido "picturesque"? ¿Habría sido "pretty"? ¿Habría sido "cute"? No lo sé. Pero bravo por el traductor y que se oigan más "simpáticos" en todas las traducciones.

El quesuismo

Desde hace un tiempito hay una nueva tendencia en esto que muchos llaman "la evolución de la lengua": en lugar de utilizar el adjetivo relativo "cuyo" para armar las benditas proposiciones subordinadas, hay quienes emplean la forma "que su". Por ejemplo, en lugar de decir:

Ésa es mi vecina, cuyo perro ladra todas las noches.

dicen:

Ésa es mi vecina, que su perro ladra todas las noches.

Entiendo que para ciertas cabezas poco entrenadas en el uso de la lengua debe ser difícil utilizar la palabra "cuyo", pero lo que me divierte es el argumento de "total, la lengua evoluciona". Ajá. ¿Evoluciona o a vos no te gusta mucho que digamos abrir los libros? Porque son dos cosas bien distintas, aunque el resultado sea el mismo. Cuando las lenguas romances evolucionaron y se separaron del latín, no había diccionarios, no había gramáticas, no había textos con los cuales guiarse. Pero si ahora tenés no solamente libros, sino también Internet -al alcance de la mano, la misma Internet con la que paveás con tus amigos toda la bendita tarde- para cultivarte un poco, ¿te parece que lo de la "evolución de la lengua" sigue siendo un argumento válido?

Me dirán que "total, 'que su' se entiende igual". Ajá. Sí, claro. Si me faltan los dos dientes de adelante, puedo comer igual, con los dientes de atrás, pero no es lo mismo.

Estipular

Se suele oír en los medios que "la ley estipula (tal cosa)". No es correcto. La ley exige, determina, dispone, pero no estipula.

¿Qué significa "estipular" o "estipulación"? "Estipulación" es una palabra de origen romano; viene de estipulatio, que según el diccionario Black's "was the verbal contract (verbis obligatio), and was the most solemn and formal of all the contracts in that system of jurisprudence. It was entered into by question and corresponding answer thereto, by the parties, both being present at the same time, and usually by such worlds as "spondes? spondeo", "promittis?, promitto", and the like.

Es decir, corresponde hablar de "estipulaciones" cuando nos encontramos en el marco de un contrato, de cláusulas que ambas partes acordaron, y no de una ley, respecto de cuyo articulado ni siquiera participamos. 

Las comparaciones siempre son odiosas

O tal vez no siempre. Hay comparaciones simpáticas, y se logran principalmente gracias a dos procedimientos: el símil y la metáfora. La diferencia entre estos dos tropos (figuras estilísticas) es que para el símil vamos a realizar la comparación mediante alguna palabrita que cumpla dicha función. En general, esas palabritas son las conjunciones "como" o "cual", esta última de menor uso en el Río de la Plata. Un ejemplo de símil es "tu cabello es como el oro".

En el caso de la metáfora, no vamos a encontrar esas conjunciones, sino que la identidad que se pretende establecer entre dos cosas será de carácter tácito. Siguiendo con el ejemplo anterior, su expresión con una metáfora sería "el oro de tus cabellos". Todo esto para decir que la chica es rubia.

Fuera del ámbito de la poesía también hay símiles y metáforas, claro que sí. En el castellano rioplatense las tenemos a cada paso; por ejemplo, cuando se decía, en los años setenta, "este tipo es un queso" para decir que ese sujeto era un inútil, que no servía para nada. Otras dos metáforas setentosas (y creo que también sesentosas) tenían que ver con los autos: "este auto es una batata" o "este auto es una albóndiga", para dar a entender que el auto en cuestión funcionaba mal, era lento o era viejo.

Y algunos símiles más actuales son "tener menos onda que melena de chino" y "ser más peligroso que piraña de inodoro". Y cuando me acuerde de alguna otra de estas figuras retóricas de entrecasa, vuelvo a la carga.

Instrucciones para usar diccionarios

No, no se trata aquí de las célebres "instrucciones para subir escaleras" que dio Julio Cortázar en Historias de cronopios y de famas, pero sí había cierto protocolo de utilización de los diccionarios en un grupo de traducción y corrección que integré hace un tiempo.

La traducción de los textos que estábamos encarando estaba dirigida a toda América hispanoparlante y a España, así que quedamos de acuerdo en que el castellano neutro que utilizáramos debía ser reconocible para la mayor cantidad posible de lectores. Dejemos de lado lo utópico o realista de esta propuesta; según la perspectiva desde la que nos plantemos, la traducción misma es una imposibilidad o una empresa perfectamente realizable.

El protocolo que una servidora seguía, como primera correctora de las traducciones, era la de buscar cualquier palabra dudosa en el DRAE; si el DRAE decía que dicha palabra existía, me correspondía aprobar la palabra. El segundo filtro era el María Moliner, para determinar el alcance semántico de la palabra y ver si había sido bien utilizada.

Sucede que la idea era que, como el DRAE es un diccionario que está accesible en Internet para todo quien lo quiera consultar, se tomaría como referente para "validar" las palabras y restringir al máximo la cantidad de regionalismos. Como puede adivinarse en este punto, la traducción estaba, en efecto, llena de regionalismos: de regionalismos españoles, claro está. Pero, bueno, toda traducción tiene su anclaje en una variedad de la lengua meta, y en este caso se había elegido el castellano de España (y en cierta medida mezclado, en este caso en particular, con el mexicano).

Creo que ya lo mencioné en algún otro artículo, pero una de las palabras que me tocó resolver de esta manera fue la palabra "seguidilla" en el sentido de "serie de sucesos". La busco en el DRAE y está como regionalismo sudamericano (Argentina, Uruguay y Bolivia). Las acepciones principales la definían como "composición poética", como "tonada española" y como "baile español". Me resultó claro que, con el criterio adoptado y sobre el que ya nos habíamos puesto de acuerdo, no se podía someter a los lectores de España y de toda América hispanoparlante a un regionalismo que se utiliza sólo en tres países. Cambié la palabra, claro, por "serie" o "sucesión" (no me acuerdo), y santas pascuas, al menos para mí.

Y el tercer paso, luego de la consulta al DRAE y al MM, fue buscar "seguidilla" en el Diccionario de Argentinismos de la Academia Argentina de Letras, donde, por supuesto, figuraba con el sentido que le damos en la Argentina. Doble motivo para descartar la palabra, so pena de sufrir el tirón de orejas de los correctores, que eran dos y además, españoles (o sea que miraban todo con lupa).

¿Otros diccionarios que consulto? Ya lo comenté en otros artículos, pero lo repito: el Diccionario del hampa y del delito, de Raúl Tomás Escobar, para palabras lunfardas, y el Diccionario de ideas afines, de Fernando Corripio. Ambos vinieron a mi rescate en más de muchas oportunidades.

Se escribe como se pronuncia


La Real Academia a veces tiene algunas ocurrencias que no comparto. Una de ellas es la de naturalizar el giro "blue jeans" como "bluyín", según se ve en la versión de Internet del DRAE:

 bluyín.


(Del ingl. amer. blue jeans).

1. m. Am. pantalón vaquero.

~ vaquero.


1. m. pantalón de tela recia, ceñido y en general tirando a azul, usado originariamente por los vaqueros de Texas. U. m. en pl. con el mismo significado que en sing. Pantalones vaqueros.

Éste fue uno de los numerosos problemas a los que debimos dar solución (la editorial Lumen y una servidora) al traducir el simpático librito que ilustra esta nota. No solamente decidir si el nombre de la protagonista iba a quedar en inglés o en castellano; en inglés, el nombre era Bathsheba, y a raíz de este nombre la autora no se privó de hacer bromas con la palabra "bath" (baño). Hubo que hacer malabares para resolver estos chistes.

Y, por supuesto, a lo largo de casi todo el libro la pequeña Betsabé vistió ¿vaqueros? ¿jeans? ¿pantalones de denim? ¡¿bluyines?! Finalmente, la balanza se inclinó por "jeans", pero en mi opinión "pantalón vaquero" también habría estado bien. Por suerte, en ninguna parte del libro a la protagonista se le ocurrió tomar güiski. 





lunes, 26 de septiembre de 2011

El pasado es hoy

El idioma inglés tiene la particularidad de actualizar el pasado mediante la utilización del adverbio "now" ("ahora"). Es decir, utiliza la palabra "ahora" aún cuando esté narrando en tiempo pasado.

Me permito incluir algunos ejemplos de un librito chiquito pero muy entretenido que estoy leyendo en mis noches de insomnio, "Our Independence and the Constitution", de Dorothy Canfield Fisher, y que compré en las magníficas ventas de depósito que solía hacer la Editorial del Nuevo Extremo allá por los años noventa. Creo que no siguen haciendo estas ventas de depósito (las llamaban "Open House") -no estoy totalmente segura de eso-, lo cual es una lástima porque se podían comprar libros en inglés y en castellano a precios de liquidación.

Los ejemplos son:

"Eleven years had passed since the first public reading of the Declaration of Independence. Mr. Jefferson was now in Paris, ambassador to France for his new country, the United States of America."

"Old Dr. Franklin was back in Philadelphia again, living in his own house, just down the street from Debby's family. He too had been across the ocean for many years, in France, representing the United States, and was now more famous than ever, but also much older. He was past eighty now, and his legs that had been so lame during the year when he had gone back and forth from the State House now wouldn't hold him up at all, even with a cane."

"This agreement was called the Articles of Confederation. It hadn't worked well during the war, and it was scarcely working at all now."

"Debby was now a slim, long-legged fifteen-year-old girl -as tall as her mother."

A primera vista, no me parece que el adverbio "ahora" sea un medio idóneo para traducir el adverbio "now". Se me ocurre que en la versión castellana de estos textos se hace preciso introducir algunas modificaciones. Uno de los dispositivos de que podemos valernos es el inciso "en ese momento"; otro, el adverbio "entonces" (en su sentido temporal y no como marcador de consecuencia); otro, el adverbio "ya", que tiene variadas utilizaciones, y creo que en algún caso puede que no sea necesario traducirlo. Si me acompañan, "el movimiento se demuestra andando":

"Habían pasado once años desde que se había realizado la primera lectura pública de la Declaración de Independencia. El Sr. Jefferson se encontraba en París con el cargo de embajador ante Francia del nuevo país que él había ayudado a forjar, Estados Unidos de América".

A mi criterio, esto de "for his new country" está muy bien en inglés. En castellano no me suena tan bien. En su lugar me permití desarrollar lo que significa ese "for his new country": "el país que él había ayudado a forjar". Sí, son unas palabritas más, pero me parecen necesarias. De todas formas, si hubiera traducido "... de embajador ante Francia del nuevo país, Estados Unidos de América" tampoco estaría mal; hasta ese momento, el libro viene hablando del proceso de independencia del Gran País del Norte, así que no se trata de una frase medular, cuya ausencia escamotee datos u obste a la comprensión del texto.

"El anciano Dr. Franklin había regresado a Filadelfia y vivía en su casa, ubicada al otro extremo de la calle respecto de la de Debby. También el Dr. Franklin había vivido en Europa -en Francia, para más datos-durante muchos años, y era entonces más famoso que nunca, aunque también más anciano. Tenía ya ochenta años, y sus piernas, que le habían flaqueado durante ese año en que había ido y venido de la Legislatura, ya no lo sostenían en absoluto, ni siquiera con un bastón".


Y acá tenemos un buen ejemplo de cómo traducir los "now" con sendos "ya". Recomiendo ir al diccionario y buscar este tipo de palabritas inocentes como "ya", que tienen más de una utilización y que nos sorprenden por viajar en el tiempo: a veces indica tiempo pasado ("Esa película ya la he visto"), a veces indica tiempo presente ("Ahora ya no lo quiero", "Lo tuve, pero ya no lo tengo"), y a veces indica tiempo futuro ("Ya hablaremos otro día").

"Tal acuerdo se llamaba 'Constitución de la Confederación'. No había funcionado bien durante la guerra y tampoco estaba funcionando en ese momento".


"Debby era ya / entonces una quinceañera esbelta, de largas piernas, tal alta como su madre".

Qué lindo es contar en castellano con ciertas "palabras ómnibus", que reúnen en sí varias características de lo que describen: "quinceañera", por ejemplo, que reúne en una sola y cómoda palabra los conceptos "chica" y "de quince años". Me alegra porque vienen bien para expresar ciertos conceptos complejos con una agilidad parecida a la que tiene el inglés, que de palabras que designan varios sub-conceptos sabe y mucho. 








sábado, 24 de septiembre de 2011

El español y sus falsos amigos

El siguiente es un artículo que apareció publicado en la intranet de la Secretaría de Hacienda de Medellín, Colombia. En dicho artículo tuvieron la amabilidad de nombrar mi modestísimo "Diccionario de falsos cognados inglés-castellano" como referencia. Se los agradezco enormemente, y me tomo la libertad de reproducir aquí la nota, no sólo porque me alegra que puedan tomar como referencia válida la obra citada, sino porque los conceptos y los ejemplos que se incluyen en esta nota son para tener en cuenta.

El enlace en el que pueden encontrar esta misma nota es

El español y sus falsos amigos


Es frecuente el uso de palabras que tomamos del inglés, creyendo que significan lo mismo porque tienen un parecido en su escritura con el español. A este tipo de palabras las denominamos falsos cognados o falsos amigos.

Los errores más comunes se presentan en traducciones simultáneas, por aquello de que no hay tiempo de interpretar, pero eso no es disculpa, pues esto lleva a malinterpretaciones de lo que realmente se dijo. En una alocución del presidente Obama, refiriéndose al terremoto en Haití, los medios dijeron que el mandatario sentía simpatía por el pueblo haitiano, porque usó el término “sympathy”, cuando lo que en verdad quería decir era que se solidarizaba con el pueblo haitiano.

En muchas revistas de turismo se lee: “En Washington puedes visitar la librería del Congreso”, en alusión a library, que en realidad es biblioteca. Otro error muy común es la famosa Application form, que tienen que llenar quienes desean ir a la tierra del Tío Sam, y la traducen como “aplicación”, cuando significa es Formulario o Solicitud. A partir del verbo To apply se ha incrustado erróneamente en los comerciales el sonsonete de “Aplican restricciones” o “No aplica”, cuando puede decirse “Sujeto a restricciones o a condiciones” o “No afecta, no incide”, según el caso.

En la guerra del Golfo se decía que los gringos habían enviado toda su armada al desierto, en alusión a U.S. Army, cuando en realidad habían enviado era al ejército. ¡Qué tal el errorcito! La la frase “My girlfriend is embarrassed” significa “Mi novia está avergonzada”, y no embarazada (claro que podría sentirse avergonzada de estar embarazada).

Un paciente salió muy confundido del consultorio, pues su médico le dijo que sufría de constipación y él estaba seguro de que no tenía gripa, sino que estaba “duro del estómago”; entonces lo que tenía era estreñimiento (constipation).

Con todo esto del TLC, se habla de importación de “commodities”, que no son comodidades sino mercancías, materias primas. Fabric es tela y no fábrica; contest es concurso y no contestar; confident es seguro de sí mismo y no confidente; brave es valiente y no bravo; abstract es resumen y no abstracto; actually es en realidad y no actualmente; casualty es herido o víctima y no casualidad; exit es salida y no éxito; avocado es aguacate y no abogado (mejor dicho, no me crean tan avocado).

"Public policy" no es policía pública sino política pública. En las persecuciones automovilísticas a delincuentes, que a veces se transmiten en directo por los canales internacionales, el periodista que traduce, afirma: “Parece que el sospechoso está intoxicado”, cuando en inglés dicen intoxicated. En realidad, el sospechoso está es embriagado, ebrio o borracho. Como vemos, esto le cambia toda la connotación al hecho. Algo similar ocurre con ingenuity, que en una frase como “Su ingenuidad no conocía límites”, el error es craso frente al verdadero significado: “Su ingenio no conocía límites”.

Imaginémonos en la traducción de un texto judicial, una denuncia como “She was raped at midnight”/ Ella fue rapada a la medianoche. De pronto el máximo castigo para los culpables sería imponerles una multa, a diferencia de si se traduce como es: “Ella fue violada a la medianoche”.

Cuando se les pregunta a nuestros actores y actrices que dónde van a filmar, ellos dicen exultantes que en unas “locaciones” maravillosas, por el falso préstamo de location, cuyo real sentido en este caso es rodar en exteriores.

Los interesados en ahondar en este tema, pueden consultar el Diccionario de falsos cognados, compilado por Luisa Fernanda Lassaque (2006) en www.avlt.com.ar


viernes, 23 de septiembre de 2011

Los elementos de que se vale un traductor (VII)

Luisa Fernanda Lassaque y su calculadora
Ésta es la calculadora con la que contabilizo mis caudales. La conseguí a cambio de contestar una encuesta.

Cosas que suceden en Buenos Aires...

Gerundiando

En inglés se utiliza el gerundio en una mayor cantidad de funciones que en castellano. Cito a continuación algunos ejemplos, más la correspondiente traducción y conversión del gerundio inglés para que suene hermoso y natural en castellano.




Ejemplo 1:



This has further developed into the claim that a new theoretical paradigm is needed to make sense of these developments, replacing the concepts of police and policing altogether by a framework based on the "governance of security".



En esta oración (larguísima) vemos que el gerundio forma parte de la segunda idea, separada por una coma, que encierra la proposición subordinada. Me permití dividirla en dos para brinda más claridad al lector (porque si en inglés la oración ya era larga, es probable que en castellano lo fuera más aún) y me permití repetir una referencia ("nuevo paradigma") también en aras de la claridad.



Esta tesis se transformó en la afirmación de que se necesita un nuevo paradigma teórico para que esos acontecimientos tuvieran sentido. Y ese nuevo paradigma reemplaza los conceptos de "policía" y "actividad policial" en su totalidad por un marco basado en el "dominio de la seguridad".





Ejemplo 2:



The "new police science" explored by Dubber and others is an exception to this terminological trend, speaking of "police" rather than "policing" in an explicit harking back to the eighteenth-century usage, before the advent of "the police" and a narrowing of the word's connotations.



Aquí el gerundio inglés cumple la función de subordinar lo que viene a continuación de él. Yo utilizo, entonces, una proposición subordinada. Respecto del largo de la oración: no es una regla inamovible que una oración tenga una extensión máxima de dos renglones (tamaño estándar) o dos renglones y medio. A veces, no hay más remedio que enlazar varias ideas en una sola oración, como es el caso de la que sigue; pero si la oración está bien "señalizada" con comas, puntos y comas, rayas, paréntesis (según corresponda, claro), entre otros signos posibles de puntuación, la finalidad de ser claros y de exponer las ideas con orden y método se cumple de igual manera.



La "nueva ciencia de la policía" explorada por Dubber y colegas es una excepción a esta tendencia terminológica, que habla de "la policía" y no de "actividad policial", en un retorno explícito al uso que habitualmente se hacía de esta palabra en el siglo XVIII, antes del advenimiento de "la policía" y del acotamiento de la connotación de este término.





Ejemplo 3:



The main thrust of his essay is to relocate the idea of police within a framework of political economy and broader issues of governance, harking back to the eighteenth-century "police science" that preceded the coming of the modern police.



Aquí el gerundio funciona como introducción de una referencia temporal. De nuevo, hay una cantidad de datos que es necesario organizar. Me permití colocar una pausa mayor a una coma, un punto y coma, y agregar a la referencia temporal la idea que encubre el gerundio, la de un circunstancial de propósito.



La idea principal de este ensayo es la de reubicar la idea de la policía dentro del marco de la economía política y de la cuestión amplia del gobierno; y para ello retorna a la "ciencia policial" del siglo XVIII que precedió a la llegada de la policía moderna.





Ejemplo 4:



The mushrooming of private security performing an increasing array of functions, and the internal diversification of state policing, certainly are significant developments, but what is debatable is whether they amount to a qualitatively new model of policing requiring an entirely new analytic paradigm.



Ambos gerundios cumplen la función de subordinar lo que sigue a la primera parte de la oración. Los reemplacé por las susodichas subordinadas.



El surgimiento de una seguridad privada que desempeña una creciente variedad de funciones más la diversificación interna de la actividad policial estatal ciertamente constituyen acontecimientos significativos; pero lo que es discutible es si importan un modelo cualitativamente nuevo de actividad policial que requiere un paradigma analítico totalmente nuevo.









Los textos que figuran en este artículo en idioma inglés se tomaron del libro The Politics of the Police, del sociólogo inglés Robert Reiner.





Los elementos de que se vale un traductor (VI)

Luisa Fernanda Lassaque y el alfajor Cachafaz de mousse de chocolate
El alfajor que se ven en la foto ya falleció, deglutido en mi aparato digestivo y destrozado por mis fauces. Créanme: nada como el alfajor Cachafaz de mousse de chocolate para amenizar una traducción aburrida.

Otro de mis libros de cabecera

Otro de mis libros de cabecera en lo que se refiere a corrección de estilo es el "Curso práctico de corrección de estilo" de Susana Rodríguez-Vida (Editorial Octaedro), una argentina que desde hace muchísimo tiempo está radicada en Barcelona.

Ya hablé en otro de mis posts sobre este libro, pero fue algo muy breve. Llegó el momento de explayarme.

Este "Curso práctico de corrección de estilo", de Susana Rodríguez-Vida -y que yo tengo subrayado, marcado con asteriscos y lleno de papelitos con los temas que siempre consulto- viene dividido muy inteligentemente en las secciones que todos los correctores de estilo buscamos en un libro: uso de la tilde, puntuación, uso de las mayúsculas, cacofonías, zeugmas y truncamientos, utilización de los verbos, barbarismos, solecismos, anglicismos, ¡sintaxis! y recomendaciones de estilo. Y en cada una de esta secciones, montones de ejemplos erróneos, la oración corregida y la explicación de qué se corrigió y por qué se corrigió. Un verdadero golazo.

La autora añadió además un índice temático-analítico, donde se pueden encontrar los temas por su nombre "no oficial". Por ejemplo, el sempiterno tema de los números. ¿Los escribimos en letras o en números? Recordamos que algo había dicho Susana en su libro sobre los números dichos por un personaje, pero... ¿en qué página estaba? No hace falta que te acuerdes: vas a "números" y allí hay una entrada que dice "en boca de un personaje". Listo. Te salvó.

Las explicaciones de la autora respecto de cada punto tienen la virtud de ser sencillas pero profundas; y además acude en todo momento al razonamiento. Es decir, no aplica ciegamente "la regla de la Academia", sino que realiza una evaluación de si corresponde o no aplicarla en virtud de la funcionalidad en el texto y la legibilidad e inteligibilidad general de lo que se está corrigiendo. 

Me parece capital este punto: poder razonar la norma. Por ejemplo, una de las últimas normas de la Academia es esa que dice que "podrá omitirse la tilde de los pronombres demostrativos (éste, ésta, éstos, por ejemplo), salvo en los casos en que se presente ambigüedad". Personalmente, me parece una claudicación del buen uso de la lengua. Con ese mismo criterio, dejemos de acentuar todos los monosílabos -por ejemplo, "él", "tú" y "dé"- porque, de todas formas, tienen distinta función. Sí, claro, tienen distinta función, y justamente la diferente función se marca inequívocamente con la tilde. El no acentuar "éste" cuando es pronombre hace que uno empiece a leer, tanto en voz alta como en forma silenciosa, esperando poner el acento en la siguiente palabra, que uno adivina un sustantivo; y allí viene la decepción: el "éste" debió haber tenido un énfasis distinto para dar paso a lo que seguramente viene después, un verbo.

Pero volviendo a este excelente "Curso práctico de corrección de estilo" y como ya dije en algún otro artículo de este blog, el estilo distendido y conversacional de este libro le da una calidez especial, al punto tal que da la impresión de que la autora está al lado nuestro susurrándonos las explicaciones. Ella también nos anima desde sus páginas a repasar análisis sintáctico, una herramienta fundamental para una corrección de estilo eficiente y también, agrego yo, para saber qué estamos diciendo. Hay quienes dicen que el análisis sintáctico pasó de moda. Yo creo que está más vigente que nunca. Si queremos hacer un uso eficiente del idioma, tenemos que tener al menos una idea de cómo organizar las palabras en una oración.

Susana Rodríguez-Vida incluye también una sección importante dedicada a los falsos cognados inglés-castellano, necesarísima para lograr la mayor claridad posible en los escritos.

Son varios los ejemplos de textos crípticos que Susana ha debido corregir y que cita en este libro. Una prueba más de que la corrección gramatical y de estilo es necesaria en los libros. Por favor, editores y editoriales, publiquen libros que hayan pasado por las manos de buenos correctores de estilo. Y a los correctores de estilo les recomiendo que se hagan de un ejemplar de este libro, un libro para leer y para disfrutar: seiscientas páginas en las cuales el único desperdicio es no tenerla a Susana realmente al lado para disfrutar de su compañía.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Should I stay or should I go?

Veo y oigo en numerosas películas que el personaje está hablando por teléfono. En cierto punto dice: "I've gotta go", y corta.

La traducción suele ser: "Tengo que irme" o "Me tengo que ir".

En realidad, la traducción debería ser "tengo que cortar", "debo cortar", porque eso es lo que hace el susodicho personaje. Es cierto: a veces está en una cabina telefónica y además de cortar, se va. Pero el hecho de que se vaya es natural. ¿Se va a quedar a vivir en la cabina? No. Lo natural es que se vaya. Pero lo importante es que en realidad lo que está haciendo el personaje es anunciar que el diálogo va a terminar.

Un agradable lugar de trabajo

Un agradable lugar de trabajo
Diccionarios abiertos por todas partes, un sobre de papel madera, la lámpara direccional, el cable del auricular, la funda de plástico de la impresora. Miércoles a la tarde. Silencio inusitado en el aire, si contamos que tengo dos talleres mecánicos a poca distancia. Luz suave. Trabajo mañana. Hoy descanso.

Los elementos de que se vale un traductor (V)

Luisa Fernanda Lassaque y su bolígrafo de firmar traducciones públicas
Al igual que el sellito, otro accesorio del traductor: el bolígrafo de firmar traducciones públicas. Me lo regaló una amiga muchísimo antes de recibirme, como aliciente para que no aflojara.

Y antes de cada firma, la frase clave: "Y ahora, la poderosa".

Una realidad, diferentes descripciones

¿Por qué a veces escribimos en inglés, pero de todas formas el texto no suena natural? Porque las cabezas de los hablantes de cada idioma hacen una selección particular de qué partes de la realidad van a tomar y van a describir con sus palabras. Ejemplo: documental sobre paracaidistas. Uno de ellos dice, al borde de la portezuela del avión:







We're just fine being pushed out the door.






Y acto seguido se arroja al vacío.






Si en castellano traduzco:






No tenemos problema en que nos arrojen por esta puerta.






la traducción es fiel, es funcional, describe lo que está sucediendo con la misma eficacia que la oración original en inglés, pero ¿suena natural o huele a inglés? Para mi gusto, huele a inglés.






Ante una situación como ésta, mi cerebro castellanoparlante me dice que más que hacer referencia a la puerta, en iguales situaciones en mi idioma, el castellano, se hace referencia a lo que hay después de esa puerta (o ventana, si se tratara de un edificio): el vacío. La frase típica en estos casos es "arrojarse al vacío", haya puerta, ventana o baranda de terraza.






Mi traducción en este caso fue:






Nos encanta que nos arrojen al vacío.






Aclaro que este documental era estadounidense y tenía un tono bastante informal y distendido, así que consideré que la frase se ajustaba bien a la situación. Además, para tranquilidad de los que se hagan la pregunta, como se trataba de una traducción para doblaje (no para subtitulado), la extensión de la frase en castellano debía ser igual o muy parecida a la de inglés. De ahí que "Nos en canta que nos arrojen al vacío" sea adicionalmente una traducción más idónea que "No tenemos problema en que nos arrojen al vacío", que es mucho más larga y, por lo tanto, al director de doblaje no le sirve. Entonces, es preferible ahorrarle la amargura de tener que hacer el trabajo que debió haber hecho el traductor y corregir el problema uno mismo, el traductor, desde el vamos.






Una realidad, diferentes descripciones. Exactamente igual que la fabulita india de los cinco ciegos que describen al elefante, ¿no?





miércoles, 21 de septiembre de 2011

Palabras del derecho y del revés

Hay palabras que tienen la virtud de ser ellas mismas y su opuesto. Se preguntan algo y se lo contestan. Tienen una "sombra", como dijo Jung. Se afirman y se niegan en el acto mismo de ser ellas mismas.

¿Ejemplos? La palabra "desconocer". Oigo en la radio que "los choferes de la línea 60 desconocen la conciliación obligatoria". ¿Qué significa "desconocer"? Por un lado, significa "no conocer", "estar falto de conocimiento", "carecer del conocimiento de un hecho o un dato". Por otro lado, significa "estar al tanto de cierto estado de cosas, pero no reconocerlo como tal". Es decir, estamos ante una polisemia encontrada: no tengo conocimiento y sí lo tengo.

En lo que se refiere al ejemplo, la acepción a que alude el verbo "desconocer" es la segunda: los choferes están al tanto de que rige una conciliación obligatoria de su conflicto laboral, pero se niegan a acatarla. Hacen "como si" no existiera. Se rebelan a ella.

Otros ejemplos: "sanción". La misma palabra autoriza o aprueba, y la misma palabra castiga e impone una pena. Algo parecido sucede con "ignorar", y aquí hay muchas semejanzas con "desconocer". Por un lado, "ignorar" significa "no conocer", "no tener conocimiento (de algo)", y por otra parte, por calco con el inglés, se le viene dando desde hace un tiempo el significado de "hacer caso omiso".

Entonces, si decimos: "Está en prisión el conductor que ignoró la luz roja y, como consecuencia, atropelló a un niño", no es que el conductor no supiera qué significa la luz roja; lo sabe muy bien, pero hizo caso omiso de ella.

La bella y la bestia. Las dos caras de la moneda. Así son estas palabras.

Los elementos de que se vale un traductor (IV)


Luisa Fernanda Lassaque y su maltrecho (pero fiel) auricular
 No hay forma más cómoda de desgrabar que con la ayuda del fiel auricular debidamente conectado a los altoparlantitos que trae la computadora, que sacan un sonido digno de los abismos del infierno.

Ya es hora de jubilar a este noble amigo, que seguramente donaré al Museo de la Traducción. O lo termino de hacer percha (*) y lo tiro, qué tanto.

(*) Hacer percha: destrozar, romper. Ésta es una expresión que yo oí por primera vez en boca de dos amigas rosarinas.


Luisa Fernanda Lassaque, también con el auricular, pero que no se le ve por la cantidad de pelo que tiene (que tiene Luisa, no el auricular)

Los elementos de que se vale un traductor (III)

Luisa Fernanda Lassaque y sus tres pen-drive
Pensar que hasta hace un año yo seguía usando esas antiguallas de los diskettes. Cuando descubrí el pen-drive, mi vida dio un giro de 360 grados. Sí, di un giro de alegría de tener tanta capacidad de almacenamiento en un pendorchito (*) tan chiquito.

(*) "Pendorcho" es una palabra de los años setenta que significa algo así como "adminículo" o, sencillamente, "cosa".

Los elementos de que se vale un traductor (II)

Luisa Fernanda Lassaque y su sello profesional

¡El sellito profesional que tantas satisfacciones me dio! Siempre guardado en su cajita de cartulina ya un poco rota, siempre en mi cartera cuando voy al Colegio de Traductores (para salvar in situ cualquier problemita ), siempre esperándome para sellar una nueva traducción pública. Un amigo de fierro.

Los elementos de que se vale un traductor (I)

Luisa Fernanda Lassaque y su tacita de té

En esta foto vemos a la traductora Luisa Fernanda Lassaque sosteniendo la tacita en la que toma té. El tecito de la tarde es un elemento imprescindible en su concentración y rendimiento. Los tecitos preferidos de la traductora Luisa Fernanda Lassaque son los de cedrón y valeriana.

Un idioma en busca de un pueblo que lo hable

Ése es el castellano neutro. Creo que nadie habla eso que se llama "castellano neutro", ya que se trata de un idioma artificial, una construcción compuesta de retazos, de pedazos, de palabras tomadas de aquí y de allá.

Es un idioma artificial generado a partir de cierta necesidad que tiene la industria del cine y de la televisión de llegar a la mayor cantidad de gente posible; es decir, un idioma y un acento que, justamente por no representar a ningún pueblo en particular, los abarque a todos y los una, aunque más no sea a través de una película o una serie televisiva.

Si nos ponemos a analizar cualquier texto escrito en castellano neutro, veremos que no hay un solo castellano neutro; cada productora televisiva arma un cóctel con lo que le parece más neutro, así que se podría decir que hay tantos castellanos neutros como personas que deciden qué es el neutro (o lo neutro) y qué no es el neutro.

Por ejemplo, hace tiempo pasaban por la extinta señal de cable "People and Arts" (no confundir con "Film&Arts") la serie "American Chopper". Era una serie muy entretenida que a mi marido le encantaba porque a él le gusta mucho todo lo que tenga que ver con herramientas, procesos y diseño. En el doblaje de esa serie aparecía la exclamación "bárbaro" como señal de aprobación, o bien aparecía "bárbaro" como adjetivo. Sin embargo, yo trabajo con castellano neutro para mis traducciones y lo que se prefiere es "genial" para idénticas situaciones.

También oigo muchas veces que en algunos doblajes aparece la palabra "carajo", así, en singular, que es un insulto muy habitual en el Río de la Plata. Llama la atención porque a veces podría definirse el castellano neutro como "todo aquello que no es porteño y que no sueña a porteño (ni a argentino)". El castellano neutro tiene una fuerte impronta mexicana o caribeña, así que este tipo de palabritas "argentas" las detecto enseguida y me llaman la atención.

Hay muchas palabras del castellano neutro -y ya lo dije en algún otro artículo de este mismo blog- que a los argentinos se nos hace necesario "reprocesar", por decirlo de alguna manera: para nosotros, la prenda de vestir, de tejido industrial tipo Jersey, de mangas cortas, escote redondo o en "V", más o menos corta o larga, liviana, de algodón, es una remera. En castellano neutro -y supongo que en México y en lo que es la cuenca caribeña- es una camiseta. Para el Río de la Plata, la camiseta es, en efecto, una remera, pero una que actúa sólo como ropa interior, en invierno, también de tejido de punto, también de algodón, pero tan blanca y anodina que la usamos debajo de la ropa de vestir.

Entonces, lo que me sucede con el castellano neutro es que en mi cabeza se me representa como un efecto "juego de la oca": ante una palabra pronunciada, y que para mí representa un concepto A, tengo que correr ese concepto A al siguiente casillero para que en el casillero que dejó vacante la palabra que representa el concepto A quepa la palabra que representa el concepto B, pero que en realidad, en esa entelequia que es el castellano neutro, representa el concepto A. No es tan complicado como parece.

Es una caso raro éste del castellano neutro: es un idioma que busca padres y madres, que busca un pueblo que lo hable. ¿Buscará un pueblo que lo hable?

La traducción de la conjunción "lest"

Me he encontrado con la conjunción "lest" sobre todo en textos de un carácter más bien formal. Por ejemplo, la encontré varias veces en "The Second Coming of Christ", un escrito de dos tomos de Paramahansa Yogananda de cuya traducción al castellano fui la correctora gramatical y ortotipográfica hasta abril de este año y durante más o menos un año y medio.

Menciono este libro para que quede claro a qué me refiero con un escrito "de carácter formal": no se trataba de las charlas informales de Paramahansa Yogananda (reunidas en tres libros "La búsqueda eterna", "El amante cósmico" y "El viaje a la iluminación", de los cuales traduje el primero y el tercero), caracterizadas por un lenguaje más llano y por ejemplos prácticos de los principios que Yogananda enunciaba en tales charlas.

Lo que sucede con la conjunción "lest" es que, siendo ella misma de un carácter bastante formal (si necesitamos informalidad en un texto en inglés podemos recurrir a sinónimos tales como "for fear that" o "that", directamente, según el caso), encuentra su traducción más eficiente en la frase "no vaya a ser cosa que". Me sucedió cuando tuve el gusto de conocerla que si no reemplazaba esta conjunción por "no vaya a ser cosa que", no entendía su significado. Y la cuestión es la misma que planteé con la palabra "infatuation": la frase "no vaya a ser cosa que" es bastante informal y suele no acompañar bien un texto que, traducido del inglés al castellano, tiene un cierto grado de formalidad.

Una traducción de "lest" que acompañe la formalidad de ciertos textos es hacer una traducción literal de su sinónimo "for fear that". Tomo un ejemplo del diccionario Webster's:

He kept his notes by his side, lest faulty memory lead him astray.

Tenía sus apuntes bien cerca por miedo / por temor de que la memoria le jugara una mala pasada.

Y otro ejemplo más, tomado del mismo diccionario:

There was danger lest the plan become known.

En este caso, la traducción es más fácil: 

Se corría el riesgo de que el plan se divulgara / se hiciera vox populi.

pero siempre está flotando esta idea de que hay algún atisbo de temor o de riesgo en la idea introducida por "lest". 

      

viernes, 16 de septiembre de 2011

La palabrita tontuela

Desde hace tiempo me ronda una palabrita, un verbo, "reinventarse". Palabrita rara y sospechosa. La usa el periodismo, en general, y, claro, luego se nos pega a los demás. Suena a plástico, a cosa artificiosa, y puede ser que con este sentido esté bien aplicada, sobre todo a cierta gente que necesite mostrar un afuera nuevo para seguir vendiendo pompas de jabón.

Sin embargo, veo que en ocasiones se la utiliza cuando una persona evoluciona, mejora, cambia gracias al esfuerzo. A la persona que descubre una nueva vocación, o que comienza a desarrollar una faceta que tenía poco explorada también se le suele decir que "se reinventó".

Me parece injusto. Me parece tonto. Me parece que la noble acción de enriquecerse espiritualmente visitando y desarrollando esas partes olvidadas de la propia personalidad no merecen un verbo tan superficial.

De use y tire

Es una manera de decir, claro está: hay palabras que tienen un único uso. No sirven para otra cosa. ¿Ejemplos? La palabra "monies", plural de uso absolutamente infrecuente de la palabra "money". Según mi apreciadísimo diccionario inglés-inglés Oxford Advanced Learner's Dictionary of Current English, "monies" es una palabra arcaica o bien restringida al uso jurídico y significa "sums of money". El ejemplo que trae la acepción es "a statement of all monies paid into your account".

Otra de estas palabras de uso único es el plural de "paz", "paces", en la expresión "hacer las paces", cuyo significado es según el María Moliner es el de "reconciliarse". 

jueves, 15 de septiembre de 2011

Los libros que me parecen más importantes...

Luisa Fernanda Lassaque y algunos de los libros que tradujo
Todos fueron y son importantes, pero no todos cabían en la foto y seleccioné los que se ven. ¿Mayores detalles? Hay posts en todo este blog sobre (casi) todos ellos.

Y donde está la foto y no hay nada escrito, es que no se me ocurrió nada que decir. Ya vendrá, ya vendrá...

martes, 13 de septiembre de 2011

Acentos y nacionalidades en el arduo oficio del doblaje

Con mi marido tenemos grabados en cinta de VHS varios capítulos de "Dos tipos audaces", serie protagonizada por Roger Moore y Tony Curtis y que se exhibió en la Argentina en los años setenta. Por supuesto, la grabación no es de esa época sino de hace unos cinco años, cuando el ya extinto canal Retro volvió a exhibirla en copias remasterizadas (que, por cierto, están excelentes).

Gran parte de la gracia de esta serie radica en la diferencia de acentos entre ambos personajes: Roger Moore encarna a Lord Brett Sinclair, londinense, mientras que Tony Curtis encarna a Danny Wilde, neoyorkino (y para colmo, de un barrio pobre), además de otra diferencia fundamental: la prosapia aristocrática de Lord Brett Sinclair y los orígenes humildes de Danny Wilde. Es decir, opera aquí el principio de la "pareja despareja", de la "extraña pareja".

El doblaje hace caso omiso de ambos acentos por una razón que tiene bastante lógica: ¿qué correspondencia encontrar en la lengua castellana que sea parecida a la correspondencia entre el acento británico y el acento estadounidense? En este caso específico, quiso la suerte que el mantenimiento de los acentos en el doblaje no fuera crucial para el éxito de la serie porque el magnífico comediante que era Tony Curtis se ocupó, por cuenta propia y con la anuencia de la producción de la serie (según contó Roger Moore mismo en algún reportaje), de colmar a su compañero de aventuras, Brett Sinclair, de apelativos tales como "príncipe azul", "príncipe encantado" o "alteza".

No sé si en esa época se tenían en cuenta tantos detalles como se tienen en cuenta hoy en día, en que toda serie/película/saga/programa tiene que ser súper rentable. No sé si en aquella época se preguntaron si la serie "funcionaría" en el mundo latinoamericano pese a que en el doblaje no se reflejaba una de las gracias básicas de la dinámica de ambos personajes. Lo que sí es cierto es que este agregado de uno de los actores obró como reemplazo de esa ¿falencia obligada, podríamos llamarla? del muy buen doblaje con que cuenta la siempre memorable "Dos tipos audaces".

Otro, muy distinto, es el caso de la película "Papá por siempre", en el que Robin Williams debe hacerse pasar por una institutriz inglesa para estar cerca de sus hijos, cuya custodia perdió en el trámite de divorcio. Aquí también funciona el principio de discrepancia de los acentos: Robin Williams gana el puesto de institutriz de sus propios hijos no sólo merced a una impecable caracterización que crea el hermano de Robin Williams en la ficción y a algún truquito que Williams pone en marcha, sino porque ese aire de encantadora viejita inglesa le vuela la peluca a Sally Field, esposa divorciada de Williams en la ficción.

En este caso sí fue relativamente sencillo seleccionar un acento español para el doblaje, ya que el resto de los personajes hablaba castellano neutro. Además, en cierto momento de la película, la asistente social, notando el acento, le pregunta al Robin Williams disfrazado de Sra. Doubtfire de dónde es. Y si bien Williams responde con una vaguedad ("de aquí y de allá, mi padre viajaba mucho"), claramente hay una referencia en el libreto que obliga a que ese personaje tenga un acento. 

Así como en el caso de "Papá por siempre" era obligatorio marcar la diferencia entre un personaje y los demás a través del acento, llama la atención cómo no lo fue en "Dos tipos audaces" porque había otros elementos que reemplazaban el del acento: no sólo los constantes apelativos de Tony Curtis, sino además la ropa que llevaban ambos personajes: Roger Moore casi siempre vestido con cierta formalidad, mientras que Tony Curtis usaba y abusaba de los pantalones ajustados, camperas brillosas y camperas de jean.

Eso sí: la costumbre de chupetearse hasta el agua de los floreros y la afición por las chicas lindas la tenían los dos parejita, parejita.


Anécdota de traductores

Hace ya bastante tiempo, una colega traductora entregó un trabajo de traducción a un cliente. El cliente, al ver la cantidad de palabras consignada en la factura, le dijo a mi colega: "Fulanita, no me habrá cobrado las 'y' y las 'a' como palabra, ¿no? Mire que no son palabras, no me las vaya a cobrar".

La colega, atónita pero rápida de reacciones, le respondió: "Bueno, entonces voy a casa y al texto le saco todas las 'y' y todas las 'a'".

El cliente se quedó más atónito todavía y le dijo: "Bueno, no, está bien", y por supuesto le pagó la factura sin chistar.

Hay gente que... mejor lo no digo.



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lunes, 12 de septiembre de 2011

Cómo traducir la palabra "trámite"

Me lo preguntan tanto los alumnos de inglés estándar como los de inglés jurídico. Y alguna que otra vez me las veo en figurillas para traducirlo y que quede natural en inglés. Propongo aquí algunas soluciones que creo aceptables, para quienes se encuentren en el mismo trance en que estuve alguna vez.


María hizo todos los trámites para la obtención del pasaporte. = María did all the paperwork in order to obtain her passport.

Aquí utilizo la palabra "paperwork" porque el trámite se plasma en la cantidad de documentos que hay que presentar durante el proceso de obtención del pasaporte.

La exención para el pago del impuesto a las ganancias está en trámite. = The proceedings to obtain the income tax exemption are under way.

Aquí lo que me pareció más destacable no es el papelerío que implica el trámite, sino el procedimiento, los pasos que debe seguir este contribuyente para lograr la susodicha exención. Y por supuesto, por una cuestión de naturalidad en la estructura inglesa, la oración está "patas para arriba", como decimos en el Río de la Plata (o "de cabeza", como gusta más en el castellano neutro).

Deberá tener paciencia: todo trámite judicial dura mucho tiempo. = You will have to be patient; legal proceedings usually last a long time.

Igual explicación que la anterior.

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martes, 6 de septiembre de 2011

De nuevo me encuentran invocando a Ferdinand de Saussure

Otro trabuque del programa de pastelería de la tarde de Utilísima me da pie para seguir pensando -aunque tangencialmente- en las relaciones sintagmáticas y paradigmáticas que enunció Ferdinand de Saussure: el pastelero de turno habla de la confitura que prepara la niña pastelera: "Se puede perfumar esta torta con esencia de almendras, con ralladura de limón, con ralladura de naranja u otro aroma que sea propicio".

Dolor en el alma. Dolor de oídos. Dolor hasta de muelas, les diría. ¿Cómo que un aroma es propicio? ¿No será que un aroma es apropiado para una torta? Es decir, el Chanel número 5 para la torta no sirve; es inapropiado. Ponerle Pinoluz a la torta para aromatizarla también es fútil. Es otro aroma inapropiado. Pero la pregunta que surge es: ¿cómo se llegó a propicio en la oración del párrafo anterior?

La única explicación que se me ocurre es la siguiente: a ambos vocablos, propicio y apropiado, subyace la idea de lo favorable, de aquello que posibilita; y además ambas palabras tienen una sílaba en común, pro. Supongo que la mente efectúa una operación de libre asociación entre ambos -regida por eso que decía Ferdinand de Saussure de generar nuevas palabras a partir de prefijos o sufijos ya conocidos (que, a la vez, no son otra cosa que sílabas, igualitas a la sílaba pro), hace danzar esos términos en la mente durante una fracción de segundo y, en este caso, lamentablemente, elige el término menos adecuado. 

Qué le vamos a hacer. Otra vez será. 

De generalidades y precisiones

Hay un aviso en la televisión por cable, el de la nueva temporada de "Cocineros al límite", en el que se habla de la temporada pasada de ese programa. Uno de los chefs (no sé su nombre y realmente no tengo ganas de averiguarlo - ya estoy un tanto saturada de que el cable sea pura gastronomía) dice que hicieron "más de 56 recetas", mientras que el hermano de este chef dice que hicieron "más de 14 postres". Ajá. Yo pregunto una cosa: el que redactó eso, ¿no se dio cuenta de que cuando uno dice "más de (tal cantidad)", esa cantidad tiene que ser una cantidad redonda, y no una cantidad precisa? Lo lógico sería decir "hicimos más de 10 postres", o bien "hicimos casi 20 postres", pero no tiene ningún sentido decir "más de 14 postres". Para eso, digan la cifra exacta y chau.

Algo parecido sucede con la traducción de ciertos documentales: el aterrado granjero de Iowa está recordando ante el periodista y el camarógrafo que cuando salió a cazar un jabalí vio a Pie Grande, "y que Pie Grande medía 2,10 metros". ¡Bien por el granjero de Iowa, que al vuelo te sabe decir la altura de Pie Grande con diez centímetros de precisión! ¡Eso es ser un granjero de una de las potencias del mundo! En realidad, lo que sucedió es que el traductor pasó de una generalidad a una particularidad: el granjero tiró una cifra, siete pies -porque para el granjero, siete pies es una generalidad; está acostumbrado a medir en pies-, y el traductor, puntilloso él, en lugar de imaginar que un Pie Grande mide unos dos metros, así, redondos, sin los diez de yapa, se puso a hacer la cuenta con la calculadora, y cuidadito con que le falten esos diez centímetros en la traducción, no vaya a ser cosa que no se la paguen.

Como dije en algún otro artículo de este mismo blog, esta cuestión, ésta en particular, es una cuestión de pura lógica; ni de saber castellano, ni de saber inglés, ni de saber teorías de traducción, ni de haber leído las ideas de los grandes lingüistas de la historia, nada, nada de eso. Cuestión de ponerse a razonar.


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viernes, 2 de septiembre de 2011

Desmovilización

Encuentro en el diccionario "Clave" -un diccionario de idioma castellano que compré usado pero en buen estado en la librería de viejo de Calderón de la Barca y Jonte- la definición de la palabra "desmovilizar" y de "desmovilización"; respectivamente, "parar una movilización" y "fin de una movilización". Los ejemplos que presenta el diccionario son los siguientes, también respectivamente: "Al llegar a un acuerdo salarial, los huelguistas se han desmovilizado" y "Al terminar la guerra se produjo la desmovilización de miles de soldados".

Me parece oportuno agregar que en la Argentina se habló mucho de "desmovilización" del movimiento obrero durante la década de 1990 con el siguiente sentido: habiendo motivos para reclamarle al gobierno que cumpliera con ciertas condiciones básicas -fuentes de trabajo, salarios dignos, obras sociales que cumplieran su función, sindicatos fieles a los intereses de los trabajadores y no del presidente de turno-, ese reclamo no se efectuaba. Los motivos figuran en cualquier libro de historia; sería superfluo que yo los mencionara aquí. Lo que sí me interesa mencionar es que "desmovilización" también significa "parálisis", "el silencio de las masas populares cuando correspondería que hicieran oír su voz".