No, no se trata aquí de las célebres "instrucciones para subir escaleras" que dio Julio Cortázar en Historias de cronopios y de famas, pero sí había cierto protocolo de utilización de los diccionarios en un grupo de traducción y corrección que integré hace un tiempo.
La traducción de los textos que estábamos encarando estaba dirigida a toda América hispanoparlante y a España, así que quedamos de acuerdo en que el castellano neutro que utilizáramos debía ser reconocible para la mayor cantidad posible de lectores. Dejemos de lado lo utópico o realista de esta propuesta; según la perspectiva desde la que nos plantemos, la traducción misma es una imposibilidad o una empresa perfectamente realizable.
El protocolo que una servidora seguía, como primera correctora de las traducciones, era la de buscar cualquier palabra dudosa en el DRAE; si el DRAE decía que dicha palabra existía, me correspondía aprobar la palabra. El segundo filtro era el María Moliner, para determinar el alcance semántico de la palabra y ver si había sido bien utilizada.
Sucede que la idea era que, como el DRAE es un diccionario que está accesible en Internet para todo quien lo quiera consultar, se tomaría como referente para "validar" las palabras y restringir al máximo la cantidad de regionalismos. Como puede adivinarse en este punto, la traducción estaba, en efecto, llena de regionalismos: de regionalismos españoles, claro está. Pero, bueno, toda traducción tiene su anclaje en una variedad de la lengua meta, y en este caso se había elegido el castellano de España (y en cierta medida mezclado, en este caso en particular, con el mexicano).
Creo que ya lo mencioné en algún otro artículo, pero una de las palabras que me tocó resolver de esta manera fue la palabra "seguidilla" en el sentido de "serie de sucesos". La busco en el DRAE y está como regionalismo sudamericano (Argentina, Uruguay y Bolivia). Las acepciones principales la definían como "composición poética", como "tonada española" y como "baile español". Me resultó claro que, con el criterio adoptado y sobre el que ya nos habíamos puesto de acuerdo, no se podía someter a los lectores de España y de toda América hispanoparlante a un regionalismo que se utiliza sólo en tres países. Cambié la palabra, claro, por "serie" o "sucesión" (no me acuerdo), y santas pascuas, al menos para mí.
Y el tercer paso, luego de la consulta al DRAE y al MM, fue buscar "seguidilla" en el Diccionario de Argentinismos de la Academia Argentina de Letras, donde, por supuesto, figuraba con el sentido que le damos en la Argentina. Doble motivo para descartar la palabra, so pena de sufrir el tirón de orejas de los correctores, que eran dos y además, españoles (o sea que miraban todo con lupa).
¿Otros diccionarios que consulto? Ya lo comenté en otros artículos, pero lo repito: el Diccionario del hampa y del delito, de Raúl Tomás Escobar, para palabras lunfardas, y el Diccionario de ideas afines, de Fernando Corripio. Ambos vinieron a mi rescate en más de muchas oportunidades.