Estoy traduciendo un libro sobre la época de Juan Manuel de Rosas. Cada vez que pongo "Rosas" y a continuación el verbo en singular, el programa Word "chilla" y bajo el verbo en singular coloca una vistosa viborita verde, señal inequívoca de un error gramatical (en este caso, de concordancia).
Esto me hace acordar de una anécdota que nos contó una vez una de mis profesoras del Traductorado, Moira Parga: estaba corrigiendo una traducción que se había hecho con un programa traductor. Aparecía a cada rato algo extraño, la frase "Persigue Manhattan". Sucede que el programa traductor había traducido el nombre del banco Chase Manhattan, lo había llamado "Persigue Manhattan", y quien había operado el programa traductor había dejado pasar el error.