Desde hace rato, el pronombre "se" dejó de ser compañía obligada de los verbos reflexivos o de los verbos pronominales.
De pronto, todo el mundo "entrena". No, no "entrena a otra persona"; "entrenar" es la nueva forma de decir "se entrena". Ahora, la "nueva moda" es decir "ella/él entrena en el gimnasio equis".
Por supuesto, lo mismo pasa con los pronombres "me" y "te", por derivación del fenómeno mencionado: "yo entreno en tal lado", "vos entrenás en tal lado".
Esta cuestión no es sólo patrimonio del deporte o del buen estado físico. También en el ámbito culinario desapareció el "se". Ahora, las tortas "cocinan en 45 minutos". Dejaron de hacer como antes, que se cocinaban.
Es que las tortas de antes eran obedientes y respetuosas de los verbos pronominales, esos que indican el paso de un estado a otro (crudo a cocido, en este caso).
Las milanesas, hoy en día, "doran", cuando antes se doraban. En base al mismo criterio, el hielo "derrite" (dejó de derretirse), la manteca "ablanda" y así con varios otros procesos físicos/químicos que se producen en la cocina.
En el caso de "entrenar" y "entrenarse", en más de una ocasión me quedó la intriga: la persona que dice "yo entreno" ¿se entrena a sí misma o entrena a otra? Si esta "nueva forma de hablar" genera confusión, vamos por mal camino.
En el caso de los procesos culinarios, no me queda ninguna duda: todos deberían llevar "se".
"Evolución del idioma", argumentarán algunos. Muchachos, si por "evolución del idioma" estamos convalidando el no abrir los libros y no estudiar las formas que ya rigen nuestro idioma (consagradas por el uso anterior que le dieron generaciones pasadas a la lengua), no coincido. Para mí, es involución del idioma.
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