Días pasados vi que en uno de los grupos de LinkedIn en los que estoy inscripta alguien planteaba una pregunta interesante. La pregunta decía: "¿Por qué cuando alguien dice la palabra 'traductor' todo el mundo da por sentado que es un traductor de inglés?", en clara alusión al patente hecho de que hay traductores de todos los idiomas (o por lo menos, de esos idiomas en los que hay traductores).
Es decir, lo que sagazmente planteaba el autor o autora de la pregunta es por qué se da por sentado que al hablar de un traductor o traductora, éste o ésta son automáticamente de inglés, y no se piensa tan automáticamente en que puede tratarse de un traductor/a de otro idioma.
No me metí en el debate porque estoy con mucho trabajo (motivo por el cual, además, estoy escribiendo poco para este blog; ya vendrán tiempos más relajados), pero la pregunta me hizo acordar a lo que me pasaba a mí cuando era alumna del Traductorado: iba a la librería de la planta baja de la Facultad para pedir que me hicieran fotocopias del material que el profesor de turno había dejado en la susodicha librería, y ¿cómo lo pedía yo? "¿Me darías la carpeta de Traductorado?". Y el muchacho a cargo de la librería me decía: "¿De qué idioma?". Y ahí caía yo en la cuenta de que, a partir de la palabra -que reflejaba lo que pensaba mi cabeza-, establecía una especie de monopolio tácito del idioma inglés.
En esa librería había carpetas con material de varias materias y de varios traductorados: en la U.B.A. se cursan en forma presencial el de francés, el de italiano, el de portugués y el de alemán, además del de inglés. Pero no: cuando yo decía "traductorado", en mi cabeza estaba implícito que además estaba diciendo "de inglés", cuando en realidad, no lo estaba diciendo.
Uno de los pretextos (tal vez sea un motivo más que un pretexto) que puedo argumentar en mi defensa es que, en mis épocas de estudiante, yo estaba a los rajes todo el día, de acá para allá, y es posible que el estrés y el tener la cabeza en mil partes distintas me hicieran no pensar en que hay más idiomas, además del inglés, respecto del que puede uno ser traductor. Es un pretexto que puede parecer flojo, pero les aseguro que en su momento la locura por estudiar, aprobar, cumplir con los requisitos de cada materia y ¡lograr recibirme! no fue moco de pavo.
Otro motivo es ése a cuya manivela siempre le doy vueltas: pocos saben quiénes somos, pocos saben qué hacemos. No voy a abundar en este motivo: yo misma no encuentro tiempo -ni, a veces, los medios idóneos- para difundir qué hacemos los traductores; no quiero pedirles a los demás lo que yo misma no hago. Pero es claro que todo el mundo sabe qué hace un ingeniero, un abogado, un médico, un escribano. No todo el mundo tiene claro qué hace un traductor.
Sin embargo, la premisa inicial, la pregunta de esta participante de LinkedIn no deja de tener su interés: ¿por qué damos por sentado que un traductor lo es de idioma inglés? No sé los demás, pero me propongo, de ahora en más, implementar otra preguntita. Cuando alguien me diga: "Soy traductor/a", mi pregunta va a ser: "¿De qué idioma?". Creo que una gimnasia útil e interesante, apenas un granitito de arena para abrir la cabeza.