No sólo el grupo The Police habló de la sincronicidad en una de sus canciones; también Deepak Chopra se refiere a ella. La sincronicidad consiste en el acaecimiento de un hecho afortunado en el momento y lugar precisos y adecuados para una persona determinada.
Que yo recuerde ahora, la sincronicidad vino a mi encuentro en dos oportunidades relacionadas con las letras (fuera de ese campo, en muchas otras ocasiones): la primera vez fue cuando yo estaba en quinto año de la secundaria. Los sitúo: clase de Gramática Histórica, un plomo absoluto para mis compañeras PERO NO PARA MÍ, que adoraba esa materia y adoraba a la profesora, cuyo nombre ahora, lamentablemente, no recuerdo. La profesora pregunta que cómo se llama la alteración de la posición de alguna vocal o consonante en las palabras. Silencio de sepulcro, en medio del cual se levanta la mano de una servidora y dice "metátesis". Sonrisa radiante de la profesora, que procede a felicitarme calurosamente por "recordar temas del año pasado". Yugular a punto de estallar de varias de mis compañeras, que odiaban la materia y que no podían entender cómo la nerd de Luisa se podía acordar de la puta metátesis.
No es que recordara el libro ni los apuntes del año anterior. Sucedió que el sábado anterior al día de la anécdota que acabo de contar me puse a limpiar la biblioteca de mi cuarto. Plumerea que te plumerea, saqué el libro de Gramática Histórica de cuarto año, lo abrí al azar, y allí estaba la metátesis. Leí esa página, guardé el libro en su lugar y seguí plumereando. Yo pude haber abierto el libro en otra página, pero no; lo abrí, sin querer, en la página donde se explicaba la metátesis. Y a los pocos días se dio la sincronicidad.
Otro ataque de sincronicidad lo tuve el primer día de clase en la materia Traducción II en la U.B.A. Estábamos viendo un texto donde se mencionaba la "pollerita" de una locomotora. La profesora pregunta: "¿Y cómo se llama en teoría de la traducción esto de la "pollerita" de la locomotora?". Nuevamente, silencio de la concurrencia, que no entendía bien la pregunta o no sabía su respuesta. Nuevamente, mano levantada de quien les escribe, que responde: "Según Peter Newmark, es una metáfora muerta". Sonrisa y mirada significativas de la profesora, contenta de que su pregunta no hubiera caído en saco roto. Por mi parte, otra sincronicidad: la metáfora muerta era un concepto que yo había visto cinco años antes, cuando había cursado Traducción I, pero que había repasado de casualidad días antes. Aquí no hubo plumero, no había biblioteca polvorienta, pero sí había yo repasado algunos conceptos para no ir tan descolgada a clase. Y justo se presenta la pregunta para la cual yo tenía la respuesta, sin esfuerzo, sin lágrimas y sin transpiración. La sincronicidad se encargó de todo.