miércoles, 30 de noviembre de 2011

Una seda

Cuando yo era chica, viajábamos bastante con mi familia, en auto, a distancias no muy grandes, pero mi viejo siempre tomaba la avenida General Paz. Para quienes no conozcan la Ciudad de Buenos Aires, les explico: a diferencia de otras ciudades del mundo, la Ciudad de Buenos Aires cuenta con una férrea delimitación, la avenida General Paz, que circunvala gran parte de la ciudad y que la separa de lo que se llama "Gran Buenos Aires"; es decir, el cinturón suburbano que oficia de interfaz entre la Ciudad de Buenos Aires y la zona rural propiamente dicha de la Provincia de Buenos Aires.

Entre los pocos carteles que se encontraban en esa época en la avenida General Paz estaba el cartelito de "Ceda el paso". Yo lo leía y decía (tendría yo unos siete años): "¿A quíén se le ocurre hacer publicidad de una tela (la seda) en plena General Paz?". Aclaro que, así como no tenía bien incorporada la hache, yo confundía la "seda" con la conjugación del verbo "ceder", y trataba de reconfortarme contestándome que esa "publicidad de tela" estaba destinada a personas como mi mamá, que sabía coser y tejer muy bien. Pero en el fondo me seguía picando el bichito de la intriga: ¿por qué esa "seda" tenía un nombre tan feo, tan extraño, "El Paso"? ¿Y por qué el cartel era tan poco atractivo (un rombo blanco con contorno rojo)? Al igual que el misterio de la letra hache, eran preguntas que no me podía responder.

Ah, ¿que yo ya era nerd desde chiquita? Sí, y freak también.