domingo, 14 de noviembre de 2010

El lenguaje no verbal de los niños


Uno de los primeros libros que traduje, recientemente publicado.

Extrañas supersticiones y costumbres del mundo antiguo


Un hermoso librito, de muy agradable lectura, sobre las curiosidades del mundo antiguo. Para leer en la playa, mejor que cualquier novelucha del momento.

21 de marzo de 2011
Muy bien: cuando subí la foto (la que ven arriba), lo hice apurada y no estuve muy inspirada que digamos con lo que dije. Y ahora quiero decir esto: uno, como traductor, tiene muy a flor de labios el habitual piripipí de que "el libro es como un hijo, y uno tiene un hijo más, bla, bla, requeteblá". Mentira: con la traducción del último libro que hice (para Editorial Prometeo), me di cuenta de que la traducción de libros es una gran mochila, pesadísima, y cuando uno entrega el consabido CD con la traducción, la factura y el remito, se saca quinientos mil kilos de encima. Quiero que el lector imagine la presión que significa hacerse cargo de todo un libro, de traducirlo de punta a punta, de tratar de encontrar cuanto antes qué onda curte el autor (lo cual jamás ocurre antes de las primeras diez páginas, más o menos), que no se te escapen las relaciones internas que guardan los datos entre sí a lo largo de todo el libro; y después de todo eso, como fue el caso de este último libro para Prometeo, volver a leerlo para hacer una primera corrección gramatical, para poner las comas "en vereda", para que las concordancias de género y número verdaderamente concuerden bien, para vigilar que esa frase inspirada que se me ocurrió mientras traducía siga teniendo sentido diez días después de traducida (o ver si escribí terrible pavada)... ¡basta! La parte placentera viene cuando te encargan el trabajo. Ahí una se siente la persona más feliz de la tierra, "se acordaron de mí", "les gustó la traducción anterior". Y también la parte placentera viene cuando cobrás el cheque, en ventanilla o acreditado en la cuenta. Ese momento también es lindo. Lo que hay en el medio es muchísimo sudor, muchas lágrimas, mucho miedo de "esta vez no poder", "este autor me supera", mucho tener que leer una y otra vez ese párrafo que no sé qué carámbanos de sentido tiene en función del resto (hasta que una se relaja y la comprensión viene naturalmente) y mucho cansancio físico y mental: la espalda, los glúteos, los tobillos hinchados de haber estado horas sentada frente a la computadora, ganas de salir a despejarse un rato, pero no, "no puedo porque si salgo me comen los albatros".

Así es traducir un libro.

Espejismos de la izquierda en América Latina


Gran libro de James Petras, del cual también fui traductora junto con Pablo Valle, de Editorial Lumen.

Éste fue un libro traducido a fines del año 2008. Yo me había mudado cuatro... no, tres meses atrás, y estaba desesperada por pagar todas las deudas que tenía. Acepté, por supuesto, y después de trabajar durante todo el día con mis otros trabajos (por ejemplo, las películas y los documentales), cenaba y me disponía a seguir con el "segundo turno" de laburo. Dale que te dale al pie de la compu hasta bien tarde, unas diez o quince páginas por noche -porque cada capítulo de Petras tiene unas setenta páginas en Word, así que al cabo de la habitual semana de siete días llegaba con la lengua afuera-, y a entregar cada lunes. Una maratón, pero me ha contado un lorito (como dicen en "Videos Divertidos de Animal Planet") que Petras estuvo en todo momento muy conforme con mi traducción (James Petras entiende bien el español y lo habla bien; supongo que le queda más cómodo escribir en inglés, su lengua natal), comentario éste que le brinda al traductor una muy necesaria paz espiritual. Sucede que cuando el autor tiene oportunidad de ver la labor del traductor mientras se está traduciendo su libro, se corre el riesgo de que los "celos" del autor (sobre todo el que sabe castellano) obnubilen su visión y realicen críticas excesivas en cuanto a la fidelidad de la traducción. Gracias a San Jerónimo, Petras ¡estuvo contento! con los resultados y yo lo festejé con un helado en mi heladería de cabecera, "Luisito", de San Blas y Sanabria. 

Mitos y leyendas celtas - Eoin Neeson


Éste es uno de los libros que llevo traducidos. Denso, lleno de castillos, luchas armadas, venganzas a muerte, sangre y odios ancestrales, éste es un libro magnífico. Como dije en alguna otra entrada de este blog, ésta es mucha mejor lectura que cualquier novelita del momento.

Es que, en definitiva, si nos ponemos a pensarlo detenidamente, este tipo de relatos ancestrales, al igual que los clásicos de Shakespeare o las tragedias griegas, son los telenovelones (neutro: culebrones) de las respectivas épocas en que se escribieron. Muchachos, hay poco nuevo bajo el sol. Volvamos a las fuentes.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Apenas un ejemplo de las relaciones sintagmáticas de Ferdinand de Saussure

Con mis compañeros de las clases particulares de filosofía —que tomamos todos los sábados— se nos ocurrió buscar ejemplos cotidianos de los puntos que expone Ferdinand de Saussure en su obra, "Curso de lingüística general", que estamos leyendo actualmente.




Se me ocurrió tomar las relaciones sintagmáticas, que Saussure considera, junto con las relaciones asociativas, "formas de nuestra actividad mental [...] [e] indispensables a la vida de la lengua", porque hace tiempo que me vengo preguntando por qué algunas personas pronuncian la palabra "utensilio" como "utensiyo". Es decir, la pronuncian como si se escribiera "utensillo".



Para establecer la relación entre las relaciones sintagmáticas y lo que sucede con la palabra "utensilio" tomé el siguiente párrafo del Curso de lingüística general: "[...] fuera del discurso, las palabras que ofrecen algo en común se asocian en la memoria y así forman grupos en el seno de los cuales reinan relaciones muy diversas. Así, la palabra española 'enseñanza' hará surgir inconscientemente en el espíritu un montón de otras palabras [—como 'enseñar'], o bien 'templanza', 'esperanza', etc., o bien 'educación', 'aprendizaje', etc. Por un lado o por otro, todas tienen algo en común. [...] Estas coordinaciones [...] está[n] en el cerebro y forman parte de ese tesoro interior que constituye la lengua de cada individuo".



¿Cuál sería el proceso de pensamiento y el proceso de asociación sintagmática de una persona que pronuncia "utensiyo" la palabra "utensilio" (considerando erróneamente que se escribe "utensillo")? En cuanto al proceso de pensamiento, tomo de nuevo las ideas "claras y distintas" de Saussure para decir que cada palabra tiene una doble faceta: una huella psíquica, un concepto, que se forma en la mente más la imagen acústica; es decir, el concepto expresado por sonidos. O sea, todo concepto se origina en el pensamiento y es parte de él.



En cuanto al proceso de asociación sintagmática, si una persona que pronuncia "utensiyo" oye que otras pronuncian "utensilio" (como si fuera "utensillo", con doble "l" y no con "li"), me pregunto cuál es el proceso de pensamiento que en la primera persona guía el proceso su asociación sintagmática:



La primera respuesta, la más clara y la más segura es que esa persona cree que la palabra "utensilio" se escribe "utensillo"; entonces, como en castellano rioplatense la "ll" se pronuncia "y", pronuncian "utensiyo". Lo mismo me pasaba a mí cuando era chiquita hasta que una maestra de la primaria me corrigió.



Otra pregunta que me surge es: si la persona que pronuncia "utensiyo" oye a otras que pronuncian "utensillo", como si fuera una pronunciación española (marcando la "ll" y no convirtiéndola en "y"), ¿piensan que esas personas lo pronuncian a la española? ¿Por qué, entonces, esas mismas personas que pronuncian "utensilio" correctamente no pronuncian también a la española palabras como "martillo" o "cuchillo"?



La conclusión que saco es que el proceso es el siguiente: como dije en un párrafo anterior, la persona que pronuncia "utensiyo" da por sentado que la palabra se escribe "utensillo", con "ll", y el proceso de pensamiento forma en esa persona una serie sintagmática falsa o inversa (porque parte de un supuesto erróneo) con, por ejemplo, "cuchillo", "anillo", "martillo", etc. Y ni debe reparar en la pronunciación presuntamente "españolizada" de las que pronuncian "utensilio" correctamente.

martes, 5 de octubre de 2010

Zancadillas del inglés

Los cognados falsos

Yo rompo la paciencia (y mucho) con los cognados falsos. Pero les pido que se fijen en este inocente párrafo:

ABRO CITA
She died from diabetes. This is 100% treatable. The root cause of why she died is that she ignored her symptoms and she didn’t take care of herself. Why is it that she would ignore these symptoms? Maybe the bottom line is the depression that kept her from seeking help.
CIERRO CITA

A ver: si yo traduzco esta oración y esta pregunta:

"The root cause of why she died is that she ignored her symptoms and she didn’t take care of herself. Why is it that she would ignore these symptoms?"

de la siguiente manera:

"Las causas fundamentales de por qué murió es que ella ignoraba sus síntomas y que no se cuidaba. ¿Y por qué ignoraba esos síntomas?".

Ahora bien: de todo el contexto (tomé estas oraciones de un documental que traduje para el canal Infinito) surge que la mujer que murió experimentaba los síntomas de una cierta enfermedad, pero no les hizo caso. Es decir, hizo caso omiso de ellos. Ese significado es muy diferente en castellano de "ignorar", que significa "no saber".

Es decir: detectar los cognados falsos y darles el tratamiento que corresponde sirve, entre otras cosas, para no ser un "traductor traidor", que es algo de lo que muchas veces se nos acusa. Una cosa es que alguien no sepa algo, y otra muy distinta es que lo sepa, pero se haga el desentendido.

¿Se entiende ahora para qué y por qué le tengo a muchos la paciencia al plato con los falsos cognados?

Las repeticiones

No sé cuál es el motivo, pero el inglés se banca que una palabra se repita una y otra y otra vez en un párrafo muy corto sin que por eso la lectura de tal párrafo sea pesada.

A manera de ejemplo, los invito a leer el siguiente párrafo:

ABRO CITA
No. Forget that. You think I’d tell you? Even if we weren’t on camera, you think I’d tell you? That’s like top secret. You think the missiles are top secret? My weight’s top secret.
CIERRO CITA

Si al traducir este párrafo repitiéramos la palabra "secreto" tres veces no sólo la lectura del párrafo sería aburridísima, sino que también podríamos poner en tela de juicio la habilidad del traductor para emplear todos los dispositivos del castellano para hacer que estas frases tengan relieve. ¿Cuál es el dispositivo que se impone en este caso? Los sinónimos, claramente.

Es decir: traducir es escribir con corsé, es cierto; pero fijémonos que no sea un corsé tan apretado que no nos deje respirar.

Si traducimos el susodicho párrafo de la siguiente forma (y éste es sólo un ejemplo; hay una traducción distinta por cada traductor):

"No, olvídalo. ¿Crees que te lo diría? Aunque no estuviéramos en televisión, ¿crees que te lo diría? Es un gran secreto. ¿Sólo los misiles son confidenciales? Mi peso no se lo digo a nadie".

Y no sólo tengo que abrir el diccionario de sinónimos para encontrar otras formas de decir "secreto"; también puedo recurrir al parafraseo, otro dispositivo que muestra a las claras cuándo un traductor tiene chispa traductora y cuándo es un traductor del montón (del montón de los que no sirven, claro está). Convierto "my weight is top secret" en "mi peso no se lo digo a nadie", y les aseguro, traductores que no se animan a salirse de ese corsé autoimpuesto —que a esta altura más que corsé es una especie de garrote vil—, que no sólo van a estar diciendo lo mismo que el original, sino que además van a ganar en elegancia y en riqueza de expresión (que no, tal vez, monetaria).

Y como yo siempre digo: la elegancia en el decir (y en el traducir), la riqueza de vocabulario, el buen uso del idioma, la utilización inteligente de la puntuación, el dominio de las técnicas de traducción —en suma, la atención al detalle— son las que marcan cuál es el traductor excelente. Y parafraseando al chef de la película "Ratatouille": cualquiera puede traducir, sí; pero no cualquiera puede traducir BIEN.

sábado, 2 de octubre de 2010

Fe de erratas

Hay una errata en mi libro "El que rompe paga". En la página 42 hay dos términos invertidos. Lo correcto sería que se leyeran de la siguiente manera: el "principal" es el mandante; el "agent" es el mandatario.

Mil disculpas a los lectores, cuya inteligencia en la lectura descuento desde ya. Estoy segura de que se dieron cuenta de que fue un error producto de que la mente humana es así, que se equivoca, y habrán tomado estos términos en sentido inverso de como están consignados.

viernes, 1 de octubre de 2010

Ver la pelusa en el ojo ajeno y no el tablón en el propio

Días pasados recibí un correo electrónico en el cual el remitente me pregunta qué gano con señalar los errores que en cuanto a uso de idioma castellano se hace en los medios. Bien saben todos mis lectores que yo hago eso: tomo la revista del cable, por ejemplo, o programas de televisión, y hablo de lo mal que se emplea el castellano en esos medios.






Mi respuesta, estimado Adrián Chávez (así firma, al menos, este lector de este blog) es la siguiente: como sólo conozco a fondo el idioma inglés, además de mi materno castellano, sólo puedo opinar desde ambos puntos de vista (me gustaría conocer a fondo otros idiomas, pero sencillamente no tengo tiempo de estudiarlos). Y desde ese punto de vista observo que los que, al igual que yo, son usuarios de ambos idiomas, guardan un respeto casi reverencial por la pureza del inglés. No sucede lo mismo con su empleo del castellano, al que directamente vapulean como si se tratara de una cosa abyecta y como si hablar un correcto castellano fuera cosa de tilingos.






En la carrera de traductorado de la U.B.A. (la única que conozco porque jamás cursé ninguna otra carrera en ninguna otra universidad), yo he visto con mis propios ojos y he oído con mis propios oídos como ciertos profesores (titulares de cátedra, adjuntos y hasta ayudantes) han basureado a alumnos y a alumnas por pronunciar mal una palabra en inglés, o por colocarle mal un acento a una palabra en inglés, o por emplear una preposición errónea en una locución, o por emplear mal un phrasal verb.






Esos mismos profesores (insisto, algunos de ellos, titulares de cátedra) usaban el castellano de manera horrorosa: mal empleo de la puntuación, utilización incorrecta de ciertos grupos de afinidad, cuando no una pasmosa pobreza en cuanto al uso del vocabulario mismo. Ahora sí, el idioma inglés, el poderoso idioma inglés, lo hablaban muy bien y tenían bien clarita su gramática. Eso, para mi gusto, se llama colonialismo mental.






Me dirás que se trata de casos muy específicos; es decir, de una situación que se presenta entre profesores y estudiantes. Pues no, estimado Adrián Chávez: también sucede en los medios. Ya hablé de los cocineros que, habiendo viajado y vivido en países anglosajones, dejan de usar la partícula "se" en castellano para los verbos reflexivos y para los verbos pronominales. Entonces, por cuestiones de moda o porque piensan que el inglés es un idioma más práctico, de pronto las tortas no "se cocinan en 40 minutos", sino que "cocinan en 40 minutos". Las salsas no "se enfrían", sino que directamente "enfrían". La manteca dejó de "derretirse dentro de la preparación"; ahora, la manteca "derrite dentro de la preparación".






Dentro de una población como la de Capital Federal y alrededores, donde quizás no sea tanta la gente que no domina el inglés, podría decirse que es un fenómeno de poca importancia. Pero no: se produce la imitación. Imitar al cocinero prestigioso de la tele es sinónimo de "estar en la onda", de "ser de actualidad", de "hablar como los que (risas) saben". Entonces, el tipo que ni siquiera sabe decir "dog" empieza a hablar como el que equipara el castellano al inglés. Y a mí eso no me gusta y creo tener el derecho de manifestarme al respecto.






Es decir, hay quienes por estrechez mental, o por no dedicarle el mismo tiempo de estudio a su natal castellano que a su adquirido inglés, o por tilinguería lisa y llana (porque se adscriben a una supuesta "moda") están haciendo todo lo posible por borrar la frontera que existe desde hace mucho tiempo entre verbos transitivos y verbos reflexivos/pronominales. Es el mismo tipo de colonialismo mental del que hablé dos párrafos atrás: creer, por algún arcano motivo, que el inglés es superior al castellano, y que aquél merece más respeto y atención que éste.






Yo hablo (en este blog y donde lo considere pertinente) de lo mal que se habla en castellano en la Argentina porque es mi idioma materno y porque se merece el mismo respeto que el inglés (insisto, hablo de lo que sé; no sé qué sucede con otros idiomas). Entonces, si en la facultad me hicieron tragar hasta la última regla de uso de la gramática inglesa, quiero ofrecerle el mismo tiempo, la misma memoria y el mismo esfuerzo al idioma en el que me manejo todos los días.

jueves, 30 de septiembre de 2010

30 de septiembre, día del traductor

Un año más se renueva el rito: en mi casilla de correo electrónico recibo saludos por el día del traductor, y por supuesto los respondo. Para que esa operación no se transforme en un acto mecánico me pregunto qué me pasa por dentro con mi ser traductor, con mi ejercicio de la profesión y con estas conmemoraciones anuales.




Aprecio cada uno de los mensajes, por supuesto; pero tienen un lugar secundario. Lo que más me importa en la soledad y en la tranquilidad de mi casa (lugar en el que trabajo), lo que realmente conmemoro y celebro es el momento de haber tomado la decisión de estudiar la carrera de traductor.



Vengo de una familia donde el estudio, vaya curiosidad, no es un bien apreciado; no el estudio primario y secundario, mal al que había que someterse inexorablemente. Hablo de los estudios universitarios. No sólo no recibí ningún estímulo para estudiar, sino que hasta hubo quienes se ocuparon de desalentarme con el ridículo axioma: "¿Para qué vas a ir a la universidad? ¿Para terminar manejando un taxi?". Tengo parientas que hicieron alguna carrera más o menos corta o larga, pero para las cuales estudiar era como tomarse un remedio de gusto feo: había que tragárselo lo antes posible para poder, por fin, comerse el alfajor de chocolate con que las premiaban después de semejante momento. El alfajor de chocolate, claro está, es el diploma, esa liberación de la enorme tortura que significa para esas parientas sentarse todos los días a estudiar.



Para mí estudiar no es un sacrificio. Yo necesito estudiar. Yo necesito el conocimiento como el aire que respiro. Por eso, para mí no fue ni es tan importante ni el título, ni el analítico, ni los profesores que tuve, ni la cantidad de materias cursadas, ni la cantidad de parciales rendidos. Para mí lo importante es ese momento de quiebre, el de haber tenido el coraje suficiente para tomar la decisión de salir de mi letargo —un letargo alimentado por la nefasta tradición familiar, que indicaba de maneras más o menos explícitas que "vos no vas a poder" o que "la universidad es para los ricos"— y embarcarme en la incómoda pero necesaria y apreciada responsabilidad cotidiana de una cursada.



Como ya dije, valoro los saludos y las felicitaciones por lo que podría llamarse "mi día". Pero no hay mejor festejo que el que tengo conmigo misma.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Curso de lingüística - Ferdinand de Saussure

La siguiente es la primera entrega de una especie de resumen/ficha que estoy haciendo del libro mencionado en el título en mis clases de filosofía, para quienes lo necesiten o quieran leerlo como pasatiempo.

En las siguientes entregas y donde corresponda agregaré glosas a este magnífico texto de don Ferdinand, que tendrán que ver con el quehacer de la traducción.

Que les aproveche.




INTRODUCCIÓN




Capítulo 1 - Historia de la lingüística



Tres fases sucesivas de la ciencia construida en torno de los hechos de lengua antes de reconocer su verdadero y único objeto.



1) La gramática (estudio iniciado por los griegos y continuado por los franceses).



- Fundada en la lógica;

- Exenta de visión científica;

- Desinteresada de la lengua misma.



- Da reglas para distinguir lo correcto de lo incorrecto.

- Es una disciplina normativa.

- Alejada de la observación.

- Con un punto de vista estrecho.



2) La filología, término asociado con el movimiento científico creado por Friedrich August Wolff en 1777 y con vigencia hasta nuestros días.



Objeto de la filología:



- Fijar, interpretar y comentar textos.

- Se ocupa de la historia literaria, costumbres e instituciones.



Método propio: la crítica



Cuando aborda cuestiones lingüísticas es para:



- Comparar textos de diferentes épocas.

- Determinar la lengua particular de cada autor.

- Descifrar y explicar inscripciones redactadas en lenguas arcaicas u oscuras.



Estas investigaciones desembocaron en la lingüística histórica.



3) En este período comienza a descubrirse que las lenguas se podían comparar entre sí. Comienza la filología comparativa o la gramática comparada.



1816: Franz Bopp, "Sistema de conjugación del sánscrito" ==> relaciones del sánscrito con el germánico, el griego y el latín.



Antes lo había hecho William Jones (muerto en 1794)



- Hay pruebas (afirmaciones aisladas) de que en 1816 todavía no se comprendía la significación y la importancia de estas afinidades y "lazo familiar" de esas lenguas.



- Bopp no fue el primero en descubrirlo; pero sí entendió que LAS RELACIONES ENTRE LENGUAS EMPARENTADAS PODÍAN CONVERTIRSE EN LA MATERIA DE UNA CIENCIA AUTÓNOMA. Aclarar una lengua por medio de otra, explicar las formas de una por las formas de otra ==> ESO ES LO QUE HASTA ESE MOMENTO NO SE HABÍA EMPRENDIDO.



- Otros lingüistas surgidos junto con Bopp:



* Jacob Grimm (germanista)

* Pott (etimólogo)

* Kuhn (lingüística + mitología comparada)

* Benfey y Aufrecht (indianistas)

* Últimos representantes de esta escuela: Max Müller, Georg Curtius, August Schleicher (hicieron mucho por los estudios comparativos)



Pero esta escuela no llegó a constituir la verdadera ciencia lingüística. No se preocupó por determinar la naturaleza de su objeto de estudio. Por lo tanto, la ciencia no pudo procurarse su método.



1er. error (que contiene los otros): en sus investigaciones nunca se preguntó a qué conclusiones conducían las comparaciones que establecía la gramática comparada, qué significaban las relaciones que iba descubriendo. Fue exclusivamente comparativa en vez de ser histórica.



El método exclusivamente comparativo implica un conjunto de concepciones erróneas que no se corresponden con la realidad y que son extrañas a las verdaderas condiciones de todo lenguaje.



Hasta 1870 no se planteó la cuestión de cuáles son las condiciones de vida de las lenguas. En ese momento se advirtió:



* que las correspondencias que las unen son sólo un aspecto del fenómeno lingüístico y



* que la comparación es sólo un medio/método para reconstruir hechos.



La lingüística propiamente dicha (que dio a la comparación su justo lugar) nació del estudio de las lenguas romances y de las lenguas germánicas.



ACERCAMIENTO DE LA LINGÜÍSTICA A SU OBJETO VERDADERO: estudios románicos de Diez (1836-1838), "Gramática de las lenguas romances".



Los romanistas estaban en condiciones privilegiadas, desconocidas por los indoeuropeístas:



* se conocía el latín, prototipo de las lenguas romances, y

* la abundancia de documentos permitía seguir en detalle la evolución de los idiomas.



Estas dos circunstancias:



* reducían las conjeturas y

* daban a la investigación una fisonomía concreta.



Los germanistas estaban en igual situación. No se conoce directamente el protogermánico, pero sí se puede seguir la historia de las lenguas que se derivaron de él (gracias a los muchos documentos).



Primer impulso: Whitney (EE. UU.), autor de "La vida del lenguaje" (1875).



Poco después se formó una escuela nueva ==> los NEOGRAMÁTICOS: Karl Brugmann, H. Osthoff, W. Braune, Eduard Sievers, Herman Paul, Leskien.



Mérito:



* Colocar en perspectiva histórica todos los resultados de la comparación y encadenar los hechos en orden natural.



* Dejó de verse en la lengua un organismo que se desarrolla por sí mismo, sino un producto del espíritu colectivo de los grupos lingüísticos.



* Sin embargo, no echaron luz sobre el conjunto de la cuestión.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Ataque de comas

Y, sí: la revista del cable es una fuente inagotable de errores de puntuación, y me encanta analizarlos una y otra vez, aunque a mis queridos lectores eso les dé por el hígado y les rompa la paciencia.

Yo pregunto: si en la página correspondiente a uno de los primeros días de la grilla de películas el redactor de las reseñas de las películas pone:

"Un adicto al trabajo consigue un control remoto con el que puede manejar los sucesos de su vida".

es decir, no separa sujeto y predicado de la oración con una coma, ¿por qué hacia fin de mes le agarra un "ataque de comas" y las pone a lo pavo? ¿Acaso le quedaba un remanente de alguna otra publicación y no había otra forma de liquidarlas? Ejemplos:

 "Una familia cuyo hijo fue secuestrado hace nueve años, vuelve a encontrarlo por casualidad cuando se mudan al pueblo en el que él vive".

"Dos amigos que se unen al ejército para luchar en la guerra, descubren una batalla mucho más difícil al enamorarse de la misma persona".

"Una madre soltera y desempleada, se enfrenta a una compañía eléctrica de California acusada de contaminar el agua de la ciudad".

Y para rematarla:



"Una joven pareja que habita una casa de campo alejada de la ciudad, son acosados por tres inquietantes figuras".

¡Pedazo de burro o de burra el redactor o la redactora! No solamente la coma separa el sujeto y el predicado, cosa que NO SE DEBE HACER, sino que además falla la concordancia. Y además, es un incoherente / una incoherente porque comienza bien, sin poner la famosa coma entre el sujeto y el predicado y después se arrepiente y pone comas a diestra y siniestra.

Por favor, revista del cable, cumplime el deseo: despedí a este redactor/a y contratá a otro/a que sepa por lo menos CÓMO Y DÓNDE PONER BIEN LAS COMAS y que TOME ALGUNA MEDICACIÓN PARA LA CICLOTIMIA. Gracias.



Cómo hacer cosas con palabras

Éste es el título de un libro muy interesante y fácil de leer, cuyo autor es John L. Austin. En este libro, lo que se propone Austin es dilucidar los enunciados performativos; es decir, aquellos por los cuales uno hace algo al tiempo que los pronuncia. Por ejemplo, si digo: "Apuesto diez pesos a que mañana llueve", además de pronunciar la afirmación estoy haciendo algo: estoy apostando.

Se trata de un libro muy interesante para abogados, por ejemplo, o para traductores, puesto que se analiza cuáles son esos enunciados en los cuales no sólo se dice algo, sino que además se pone en marcha una acción, y cuáles son sus características.

Algo parecido sucede con el siguiente texto, tomado de la columna de modas de una revista del espectáculo. Los invito a leer el párrafo:

ABRO CITA
Sexy por naturaleza, Fulanita de Tal es una mujer que equilibra siempre sus equipos. Para elegir un outfit, es clásica: una t-shirt color nude, cruzada y drapeada, combinada con una falda a la cintura, recta, en negro, el único toque de color lo da el cinturón de croco. Sabe que ella es la protagonista y que lo que viste debe acompañar sus formas. Para estar trendy, no pueden faltar unos buenos stilettos de 10 cm que la hagan sentirse sobre un pedestal. La sensualidad la remarcan su cabello suavemente ondeado y sus labios con brillo.
CIERRO CITA

En este caso, el manejo de las palabras por parte de la autora no es casual, sino deliberado. Ella también está haciendo cosas con las palabras. Salpica todo su texto con palabras que están en inglés y que pretenden ser términos técnicos de la moda.

En primer lugar, permítanme decir que no es imperativo que en un texto haya palabras en inglés so pretexto de que se trata de "términos técnicos" (de la moda, en este caso). Si yo digo: "Para elegir un conjunto, es clásica: una remera color carne (o beige)...", lo mismo estoy utilizando términos técnico-especializados de la jerga de la moda.

A veces, cuando se echa mano de este recurso, el de salpicar un texto aquí y allá con palabras en inglés (o en francés, o en italiano), el autor lo que quiere es utilizar las palabras para decir más de lo que dice. Por ejemplo: "Uy, mirá cuánto sé", "Si vos no sabés inglés, te 'quedás afuera' y no vas a entender lo que digo". En buen romance: a veces, las palabras se emplean para mostrar una pretendida superioridad sobre el otro, para mostrarle al otro qué superior soy yo, el autor del texto, porque me las ingenio para manejar unas cuatro o cinco palabritas en otro idioma.

La interpretación psicológica de lo que acabo de decir correrá por cuenta de cada uno. No es lo que quiero ni lo que pretendo hacer, pese a que se me ocurren un par de rótulos para etiquetar esta ridiculez de intercalar términos en inglés en un texto que no los necesita. Y digo que no los necesita por lo que dije antes: la palabra "remera" (castellano de "t-shirt"), la locución "zapatos con tacos aguja" (castellano de "stilettos"), "actual" (una posibilidad para "trendy"), más las otras tres que mencioné en los párrafos anteriores son lo bastante técnicas como para tener su lugar en el párrafo que es objeto de este artículo, con la ventaja de que incluyen al lector en lugar de intentar excluirlo.

En fin, dicho esto sólo me queda tomarme unos drinks con unos fans que me llamaron por fono y con los cuales me voy a reunir en el shopping, previo paso por el free shop. Bye.

martes, 17 de agosto de 2010

Seguidilla

Me tropecé con esta palabra en un texto que estaba corrigiendo. Traductora argentina (que no era yo), texto dirigido a Latinoamérica y España, y aparece la palabra "seguidilla" con el sentido de "acontecimientos que se presentan uno a continuación del otro".

"Caramba —pensé—, esto huele raro". En efecto, voy al DRAE y la palabra "seguidilla" tiene otros sentidos, como un tipo específico de composición métrica o un baile. Sí figura en la segunda acepción como "sucesión de hechos u objetos que se perciben como semejantes y próximos en el tiempo", pero tal entrada está marcada como "Arg, Bol y Ur"; es decir, es un regionalismo y no puedo emplearla en la editorial para la que estaba corrigiendo.

Recurrí también al Diccionario de Argentinismos de la Academia Argentina de Letras y allí figuraba con la misma acepción que en el DRAE. No cabía duda: era un argentinismo. Prohibido para esta editorial.

Qué lastima. Es una palabra que me gusta porque como tantas otras palabras nuestras, argentinas, expresan lo que somos. Con algunas palabras yo siento un vínculo muy personal. Las usamos en Buenos Aires, ni siquiera en toda la República Argentina, y me resuenan con afecto. Sí, ya sé, es raro sentir afecto por las palabras, pero a mí me pasa. Las palabras son más que meros instrumentos de comunicación. Para mí tienen eco. Tienen memoria afectiva. Tienen olores, colores, recuerdos, túneles del tiempo.

Y sí: debo haber enloquecido.

Respeto hacia uno mismo

A esta altura, todos los que leen este blog saben que me gusta el canal Utilísima y que lo miro mucho. Uno de los programas que me gustan de esa señal porque está muy bien hecho es "Little Asia". Como su nombre lo indica, está dedicado a la cultura asiática y hay un espacio de cocina, otro de artes marciales, otro de manualidades, otro de belleza y otro de caligrafía. Cabe aclarar que una buena parte de las personas que participan del programa son argentinos de ascendencia asiática, lo cual se nota en el acento y en la forma de hablar, más argentina que el mate.

Ahora bien: no es éste el caso del profesor de caligrafía, Chien Hung Chen. No es argentino y hasta es probable, por su marcado acento asiático, que haya llegado hace poco a este país. Sin embargo, sus explicaciones son claras, no se enreda con las palabras y si bien se produce una esperable falta de conjunciones y preposiciones, tiene clara conciencia de qué decir.

Me puse a sacar varias conclusiones respecto de este hecho que, a primera vista, parece simple:

- Chien Hung Chen se expresa con gran claridad pese a tener un vocabulario más limitado que un argentino nativo.

- Me da la impresión de que estudia qué tiene que decir para poder ser eficaz en el papel de comunicador que le cabe cuando está delante de las cámaras, lo cual revela responsabilidad y respeto hacia el telespectador y hacia sí mismo.

- Si prepara un "libreto", también muestra un respeto hacia el idioma en el que está incursionando; es decir, el castellano.

- El saber, el conocer, nos independiza. Nos hace libres, aunque sea cinco minutos y delante de una cámara. El saber qué tenemos que decir hace que pongamos las palabras a nuestro servicio y no a la inversa: que las palabras nos dominen porque no sabemos cómo usarlas.

Me gusta hablar de respeto hacia una lengua. Toda lengua tiene reglas de juego; llamémoslas "reglas", llamémoslas "usos", démosle el nombre que queramos, pero son pautas en base a las cuales jugamos el juego de la comunicación. Respetarlas es respetar el acto comunicativo, es tener ganas de que el otro nos entienda, es evitar la oscuridad de la incomunicación. Casi, casi como el respeto a las leyes.

Chien Hung Chen, para mi gusto, respeta un idioma que por momentos le debe resultar muy ajeno y difícil de aprender, pero que cuanto más aprenda, más propio le va a resultar. Y como dije antes, respetar una lengua, la propia o la ajena, es también respetarse a sí mismo porque implica ordenar la propia mente, los propios pensamientos y pensar cómo estructurarlos para expresarlos. Al expresarnos, podemos defender nuestros derechos, decirle a alguien que lo queremos, saludar, poner límites y otras muchas cosas.

Me gusta esa preocupación que muestra Chien Hung Chen por hablar un idioma extranjero lo mejor posible. Ojalá, y sin entrar en purismos, todos los argentinos tuviéramos tanto cuidado de hablar bien nuestro idioma como el profesor de caligrafía, simplemente para respetarnos más a nosotros mismos.

Conformar

En su libro Y por casa... ¿cómo hablamos? (siglo XXI), el Prof. Esteban Giménez habla sobre el participio del verbo "conformar" de la siguiente manera:

"Conformado por...: el verbo "conformar" tiene significados muy distintos del que le adjudican quienes lo utilizan en el sentido de "integrar", en la expresión el elenco está conformado por los mejores actores del país, en lugar de ...está integrado por...".

Cuando leí este comentario, caí en la cuenta de que no solamente yo misma uso "conformar" con el sentido de "integrar, formar", sino que hay escritores como Ernesto Sábato que lo usan en ese sentido. Por ejemplo, está usado de tal manera en su obra "La cultura en la encrucijada nacional", texto que data de los años setenta.

En efecto, en el Diccionario de la Real Academia Española la acepción que le damos en la Argentina no figura. Sí, en cambio, figura nuestra acepción en el María Moliner, donde las acepciones de "conformar" son las siguientes:

1. Dar forma a una cosa; particularmente adaptar. Se aplica más a cosas no materiales (por ejemplo, "conformar el carácter"). Sinónimos: formar, educar.
2. Estar de acuerdo, adaptarse o corresponder una cosa a otra.
3. Reconciliar o poner de acuerdo a personas que estaban enfadadas o enemistadas una con otra.
4. Igualar o hacer coincidir una cosa con otra.
5. Estar de acuerdo una persona con otra.
6. Dejar a alguien conforme con poca cosa (como verbo transitivo o pronominal).
7. Formar o constituir algo.
8. Estampar un banco su conformidad en un cheque para garantizar su pago.

Claro, el María Moliner incluye esta acepción porque se trata de un diccionario de uso de la lengua castellana. El DRAE, por el contrario, es un diccionario normativo. Es decir, un diccionario normativo dice "qué está bien y qué está mal" dicho en una lengua; y pongo este concepto entre comillas porque sabemos que la lengua es una entidad en movimiento permanente, y lo que hoy la Academia no acepta termina aceptándolo mañana.

En mi caso personal, cuando corrijo para una determinada editorial, tengo que corregir ese uso de "conformar" porque nuestro grupo de trabajo tomó como norma emplear el DRAE como "termómetro" de qué palabras se aceptan y cuáles no. Sucede que esa editorial edita textos para todo Latinoamérica y para España, y la idea es que se logre un castellano lo más "neutro" y lo más "uniforme" posible, y para ello se toma el DRAE como patrón.

En fin, la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida...

El amor está en el aire

El amor está en el aire. El sol sale para todos. Éstas son frases que nos hablan de cierta omnipresencia, la misma omnipresencia de la lengua y de sus particularidades.

Hablamos, nos expresamos, intentamos comunicarnos y las más de las veces lo logramos. Mientras tanto, usamos las palabras de maneras particulares que el hablante no especializado desconoce.

¿A qué me refiero? Días atrás, en el programa "Básicos" de la señal Utilísima (señal que me gusta y mucho), la Sra. Bárbara Langman, conductora de dicho programa, dijo algo así como: "Cuando no me acuerdo de que a estas trenzas se les llaman 'ochos', les digo 'trenzas'". Bárbara Langman se refería a un cierto tratamiento que se le da al tejido tricot (también llamado "a dos agujas") por medio del cual los puntos se tejen de tal manera que el efecto visual resulta ser una trenza.

Lo que no sabía Bárbara (y no tenía por qué saberlo) es que en esa inocente oración que pronunció estaba hablando del sentido amplio de las palabras y del sentido estricto o restringido de las palabras. Por ejemplo: la palabra "termination" (en inglés) tiene un significado básico, que es el de finalización de algo, y tiene muchos sentidos especializados, estrictos o restringidos. Es decir, si hablamos de "termination of pregnancy" nos situamos en el terreno médico y estaríamos hablando de un aborto, de una finalización prematura del embarazo; si hablamos de "termination of employment" estamos en otro significado especializado de la palabra "termination", un sentido jurídico (y dentro del terreno jurídico, en el terreno del derecho laboral) que nos indica la desvinculación de una persona respecto de su puesto de trabajo; en buen romance, que la echaron o bien que ella renunció. También en el terreno de los contratos hablamos de "termination" con el sentido de "rescisión"; es decir, la finalización del contrato antes del plazo de extinción que se haya estipulado en él.

En el caso de los pulóveres, las agujas y las trenzas, la palabra "trenza" sería el término amplio y "ocho" sería el término restringido o estricto.

El amor está en el aire. El sol sale para todos. Y la lengua y sus características están en boca de todos.

miércoles, 28 de julio de 2010

Trampitas de la sintaxis

Y a propósito de la sintaxis, tema abordado en otros artículos de este blog: días pasados, oigo por televisión lo siguiente:

"El analgésico para dolores de garganta de larga duración".

Frasecita ésta correspondiente a un comercial de cierto medicamento para la garganta, en realidad debería decir "El analgésico de larga duración para dolores de garganta". De lo contrario, parece que lo que fuera de larga duración es el dolor de garganta y no la acción analgésica de la pastillita de marras; y es de esto último de lo que se ocupa el susodicho analgésico.

Como dije en algún artículo anterior: uno, a veces, está tan "metido" en la idea del texto, en la imagen psicológica (como diría Ferdinand de Saussure), que falla al volcar esa idea en palabras.

A mí también se me pasan errores como éstos, fundamentalmente en un texto sobre el que estoy trabajando y que es sumamente complejo, no sólo en su estructura gramatical, sino en el contenido conceptual. Y me resulta muy útil "despegarme" del texto durante varios días para verlo con una nueva dosis de autocrítica tiempo después.

Y el resto, como siempre digo: práctica, estudio, lectura de libros, aplicación del sentido común. Todo eso nos lleva a ser mejores traductores y mejores correctores.

Si de pulverizar o de desmenuzar se trata...

Leo en el Diccionario de la Real Academia Española:


"Litotricia: operación de pulverizar o desmenuzar, dentro de las vías urinarias, el riñón o la vesícula biliar, las piedras o cálculos que allí haya, a fin de que puedan salir por la uretra o las vías biliares según el caso".


A primera vista, lo que creo es que la operación consiste en pulverizar o desmenuzar el riñón o la vesícula biliar dentro de las vías urinarias, lo cual, sin ser siquiera médica, me produce espanto. Pero no: en una segunda lectura me doy cuenta de que son las piedras o los cálculos los que se pulverizan o se desmenuzan. Sin dudas, la definición habría sido mucho más clara en una primera lectura si se hubiera dicho: "operación de pulverizar o desmenuzar, dentro de las vías urinarias, del riñón o de la vesícula, las piedras o cálculos que allí haya...".


Es decir, basta con repetir la preposición "de" delante de "el riñón" y de "la vesícula".


Como revisora de textos, suelo corregir con mucha frecuencia este tipo de ambigüedades que hacen que la lectura a primera vista sea confusa y que el lector deba volver sobre sus pasos y descifrar una especie de piedra Rosetta contemporánea y en su propio idioma.


Una de las características de un excelente texto es que tenga una lectura unívoca, sin ambigüedades y, sobre todo, que pueda entenderse de entrada. Este tipo de errores y los errores de sintaxis son los "enemigos secretos" de todo texto: el corrector o el traductor mismo, que ya conoce a fondo el texto, da por sentado que "se entiende" porque él mismo ha frecuentado tantas veces esos párrafos que los comprende. Lo importante es situarse en la perspectiva nueva del lector y preguntarse: "Si yo no estuviera tan familiarizado con este texto, ¿lo entendería así como está?".


Menuda pregunta. Pero en el detalle está la buena calidad.

martes, 27 de julio de 2010

Las mil y una formas de ser traductor



Lo que voy a decir en este artículo puede sonarle obvio a muchos lectores. Pero no son esos lectores los que me interesan y ciertamente no es a ellos a quienes me dirijo. En este artículo quiero dirigirme a aquellos traductores y estudiantes de traductorado que pueden estar sintiendo alguna duda respecto de su forma personal de encarar la profesión.


En más de un ámbito de la traducción se ensalza la traducción jurídica como única forma prestigiosa y digna de ejercer la profesión del traductor. Y son muchos los colegas que, claramente por prejuicio y hasta por miedo a ser un "traductor de segunda", desprecian abiertamente el hecho de que un traductor público se dedique a la traducción para televisión y cine o a la traducción literaria, e incluso a la docencia.


Habría que empezar por decir una verdad que no por ser de Perogrullo es menos cierta: en la Argentina (y aquí sí me olvido por un momento de que éste es el blog escrito por una rioplatense y me extiendo a todo el territorio de mi país) siempre estamos en crisis económica. Bien sea una crisis propia (generada por iluminados ministros de economía que luego disertan en Estados Unidos), bien sea por crisis que se originan en otros países y que nos tocan porque vivimos en un mundo globalizado, a los traductores argentinos nos cuesta conseguir trabajo y cuando lo conseguimos nos cuesta muchísimo —porque el cliente suele oponerse con uñas y dientes— cobrar un honorario que realmente nos satisfaga.


Del párrafo anterior se desprende, entonces, que los traductores argentinos, a veces, no estamos en condiciones de ponernos en exquisitos, subirnos al pedestal y elegir. Son más las veces en que hacemos trabajos que no nos entusiasman mucho, pero que de todas maneras nos ayudan a pagar las cuentas.


Por lo menos, éste fue mi caso: un tema que a mí me aburre muchísimo es bonos, acciones, la Bolsa y etcéteras. Sin embargo, más de una vez tuve que aceptar una traducción de este tipo para parar la olla. Y por el contrario, disfruto muchísimo de hacer traducciones para televisión y literarias, y también disfruto mucho de dar simples y sencillas clases de inglés. Ni siquiera doy ya clases en la Facultad de Derecho (que es en Buenos Aires, en la Universidad de Buenos Aires, donde se cursa la carrera de Traductor Público) porque se trabaja por muy poco dinero y en condiciones muy difíciles (por ejemplo, grupos de más de cuarenta alumnos), que hacen imposible que los alumnos puedan aprovechar el contenido que se da en clase.


Si realizamos la disección de la carrera del traductor vamos a encontrar los siguientes elementos básicos: un traductor necesita conocer a fondo su idioma nativo, necesita conocer a fondo uno o más idiomas extranjeros, y necesita conocer más o menos a fondo temáticas diversas sobre las cuales versarán sus traducciones. A partir de allí, creo que la postura más sana no ya del traductor, sino de cualquier ser humano que se precie de su humanidad es proceder al empleo lo más creativo posible de esas habilidades; en primer lugar, para procurarse una existencia plena; en segundo lugar (sí, en segundo lugar), para procurarse su sustento.


El orden de prelación anterior fue dispuesto ex-profeso: con enorme frecuencia se habla en los diversos ámbitos de la traducción sobre el honorario, sobre el dinero, y se le da a éstos una importancia fundamental que prácticamente desplaza a otras consideraciones. Tengo como creencia personal que la actividad de traducir es un todo, y como es un todo, no sólo tiene que brindarme satisfacciones económicas o financieras, sino también —y sobre todo— satisfacciones intelectuales y espirituales.


Cada libro que yo traduje (una muestra de los cuales está en mi sitio de Internet, http://www.avlt.com.ar/) no sólo fue un logro de descomunales dimensiones en un mercado tan adverso para la traducción como el argentino, sino que significó un enriquecimiento espiritual e intelectual. La faceta económica, lógicamente, fue importante, pero no fundamental. De hecho, el trabajo con ciertas editoriales argentinas no escapa a las generales de la ley que afectan a la traducción literaria en otros países del planeta, incluso países como España, con una industria literaria y de la traducción mucho más desarrolladas que la argentina.


Cada uno de los documentales y de las películas que traduje en estos once años de trabajo con productoras significó un logro, por motivos idénticos a los expuestos anteriormente. Entonces, toda esta falsa cuestión que enarbolan ciertos colegas en ciertos ámbitos de que "el traductor público sólo tiene que hacer traducciones 'serias'" (se refieren a traducciones públicas, y más específicamente, a traducciones jurídicas) es, en efecto, tal cosa: una falsa cuestión, una falsa dicotomía, un falso dilema.


No se es más traductor por traducir un contrato por día. No se es más traductor por traducir sólo importantes documentos referidos a trascendentales fusiones de empresas, a pomposas constituciones de empresas, a dudosamente beneficiosas operaciones de Bolsa (y digo "dudosamente beneficiosas" porque suelen beneficiar a unos pocos en detrimento de muchos; veamos a nuestro alrededor y veremos que es así). El verdadero traductor, a mi entender, es el que más placer y más alegrías obtiene de su trabajo, cualquiera sea éste.


Los seres humanos (grupo dentro del cual, créase o no, los traductores estamos incluidos) tenemos un cuerpo que hay que alimentar y asistir. Pero también tenemos un intelecto y sobre todo un alma. El procurar la armonía de estos tres componentes (a los que algunos también agregan el espíritu, pero ya sería una cuestión de análisis más profundo) hace a la salud. Y esto no lo digo yo: lo dice la Organización Mundial de la Salud —que a veces nos aterroriza con ciertas epidemias que luego no lo son tanto—, pero que en el punto que expuse dos renglones arriba tiene razón. Entonces, si pese a tener bruto diploma de traductora colgado en una pared de mi casa o mi estudio y pese a haberme quemado las pestañas estudiando en la Facultad a mí me gratifica y me hace feliz hacer traducciones de novelas de Corín Tellado a un idioma distinto del castellano, ¿por qué tengo que privarme?


Muchachos y muchachas traductores, creo que esta profesión nuestra, la de ser traductor, está excesivamente jaqueada por ciertos mandatos, mandatos increíblemente arbitrarios y rígidos. De dónde salieron no sé. Sí sé que se difunden como si tal cosa en ciertos ámbitos de la traducción como, por ejemplo, ciertos foros. Y lo peor de todo es que son mandatos de una dureza y de una implacabilidad que reíte de los mandatos de nuestros padres, de los mandatos sociales y hasta de los mandatos y de los dogmas religiosos.


Me rectifico: creo suponer de dónde salieron esos mandatos: salieron de personas infelices, tristes, que tienen miedo al "qué dirán los demás si, siendo un importante traductor público, de pronto me dan ganas de traducir videojuegos". Muchachos, si nuestra existencia se centra en lo que van a decir los demás en lugar de escuchar nuestra propia voz, nuestro deseo, qué queremos hacer que realmente nos dé placer y armonía, yo les aseguro que estamos fritos. Vamos a ser personas sumamente infelices.

viernes, 16 de julio de 2010

El extraño idioma de Kampung Sebula

A finales de la década de 1950, el profesor George Ferguson daba clases particulares de inglés en su modesto departamento de la calle Fray Cayetano. Tenía una reputación de excéntrico que descansaba menos en una conducta atípica que en su elevada estatura.

Los vecinos aseguraban que el hombre era capaz de conversar en veinticinco idiomas, y el mismo Ferguson se encargaba de fomentar esa idea mediante el uso de saludos y frases de cortesía, mayormente en italiano. Pero al margen de fácil asombro de las viejas del barrio, sus discípulos estaban convencidos de que era un genio.

El presente trabajo se basa en noticias que aportaron dos de sus alumnos, los hermanos Daniel y Humberto Giangrante. Estos jóvenes, cuya aguda inteligencia no tardaremos en ovacionar, notaron que el profesor los despedía siempre con unas palabras que no parecían pertenecer al idioma inglés: reser fatino propisee. Un día se atrevieron a preguntar el significado de la frase. Ferguson reveló que aquello no era otra cosa que un saludo bastante usual en idioma sebulés, una lengua que se hablaba en Kampung Sebula, una región al norte de la isla de Natuna Besar, en el mar de la China. La traducción literal era algo parecido a sea el destino propicio a nuestro encuentro.
 
Mitad por curiosidad y mitad por eludir los rigores del estudio, los hermanos Giangrante tomaron por costumbre interrogar a Ferguson acerca de la extraña lengua de Kampung Sebula. El profesor no se negaba jamás y se entusiasmaba contando su juventud en aquellas regiones e ilustrando los episodios con explicaciones filológicas que se prolongaban muchas veces hasta el final de la clase.

Al cabo de algunos años, Daniel y Humbergo Giangrante dominaban mejor el sebulés que el idioma que habían pensado estudiar. Llegaron a tomar someros apuntes que sirven hoy como soporte de esta monografía.

Al parecer, la lengua en cuestión registra influencias del neerlandés, el idonesio bahasa, el chino, el javanés, el castellano y el inglés. Ferguson sostenía que era el idioma más complejo del mundo. La principal dificultad estaba en el pensamiento mismo de los lugareños, casi incapaces de concebir ideas abstractas. Sus mentes se resistían a desligar. Cada objeto era pensado sin separarlo de sus circunstancias.

En aquella región, palabras distintas designan a un mismo objeto en sus diferentes relaciones. La cama ocupada se menta con un vocablo (letork); la cama vacía, con otro (kabrera) y no comparten ambas palabras una raíz visible: el idioma sebulés no registra una vinculación lógica entre el concepto "cama" y las situaciones adjetivas. Sin embargo, la concurrencia de dos o más partes de la oración en una misma palabra es bastante frecuente en las lenguas más toscas.

Otra dificultad: una misma cosa es aludida con sonidos que son diferentes según quien hable. Escuela es laborek para un niño, tus para un adulto, lemb —que es también "recuerdo"— para un viejo.

Conjugaciones, declinaciones y casos varían según la edad, el sexo, la posición social y el color del pelo del hablante. Nada cuesta pensar que el tiempo, el progreso y las tinturas implican ciertamente un cambio de lenguaje. Además, cabe imaginar que es indispensable conocer todos los idiomas para poder relacionarse adecuadamente en Kampung Sebula.

El más sencillo de los sublenguajes era el de las mujeres solteras, de vocablos escasísimos, según explicaba Ferguson, porque los lugareños consideraban la ignorancia como una casta virtud.

A principios de siglo, la lengua de los pelirrojos estaba casi extinguida o, mejor dicho, casi no había pelirrojos en la isla.

Sólo los maestros podían hablar idiomas ajenos a su condición. Fuera de estos casos, la usurpación lingüística era castigada severamente. El profesor Ferguson reveló confidencialmente a los hermanos Giangrante que en ciertos cafetines de mala muerte existían hombres que hablaban el idioma de las mujeres. El nombre que se daba a estos sujetos variaba conforme al régimen ya expuesto.

Los pronombres personales usados para las conjugaciones significaban lo siguiente: yo, tú, él, ella, nosotros, nosotras, vosotros, vosotras, pocos, casi nadie, ellos, ellas, la mitad de mí mismo, el señor gobernador.

Curiosa es la función de la palabra , que sirve para indicar que la siguiente frase consigna una falsedad. De la misma manera ueué convierte en falso todo lo que se dice a continuación, sin otro límite que la aparición de la palabra nonset, que anuncia la finalización de la mentira. Los hermanos Giangrante preguntaron qué sucedía cuando el vocablo se presentaba en medio de una frase ya declarada falsa por un anterior. Ferguson se tomó un día para responder. Después declaró que el segundo debía ser tomado como una promesa de veracidad, y el tercero como un retorno a la mentira, de suerte que un número impar de advertencias era garantía de falsedad, y un número par lo era de exactitud.

Con el tiempo, los dialectos de Kampung Sebula se fueron multiplicando en virtud de la movilidad social y de la inevitable superposición de jerarquías: un soltero puede ser también viejo y morocho. Algunos espíritus nacionalistas intentaron imponer una lengua general, con el resultado de que se convirtiera ésta en una jerga más. Debe aclararse que la escritura sebulesa, como la china, posibilitaba por su carácter pictográfico el entendimiento entre personas de diferentes categorías: "casa" era masong para el anciano, kosmo para el niño, para el vagabundo, pero siempre se escribía dibujando una casa. Ferguson sostenía que la ausencia de algunos vocablos en la lengua sebulesa obedecía a la dificultad existente para dibujarlos. Los hermanos Giangrante dudaron de esta afirmación.

Los gestos no sólo enfatizaban, sino que completaban el sentido de la lengua hablada. La mano derecha apoyada en el hombro izquierdo indicaba el pretérito. La mano en la frente, el subjuntivo. La mano extendida hacia adelante, el futuro. La palabra sebulesa norm significa al mismo tiempo "manco" y "mudo".

El lenguaje poético estaba completamente separado del idioma cotidiano. Las palabras estaban destinadas a facilitar la rima: todas terminaban en ero o ajo. Por lo demás, las metáforas ya venían hechas. "Ojo" y "lucero" eran la misma palabra, como también lo eran "piel" y "pétalo", "estrella" y "diamante", "frío" y "desdén", "perla" y "diente", "desgracia" y "orín de perros". Existía para cada frase un segundo sentido, perfectamente explícito, al que recurrían los poetas o, mejor dicho, los empleados que se encargaban de la poesía.

El profesor George Ferguson murió en 1963. Los hermanos Daniel y Humberto Giangrante prometieron al despedir sus restos seguir aprendiendo el sebulés y visitar la isla de Natuna Besar, en cuya región septentrional se hallaba la ciudad de Kampung Sebula. En lo primero no pudieron perseverar demasiado. Entre los libros y papeles de Ferguson no hallaron ni siquiera uno que se relacionara con el lenguaje múltiple, a no ser una serie de aparentes pictografías que al fin vinieron a revelarse como obra de un sobrino del profesor. A pesar de esta frustración, los hermanos Giangrante consideraron que sus conocimientos y vocabulario les permitirían hacer pie en Kampung Sebula y empezaron a ahorrar para el viaje.

En enero de 1970, después de un viaje agotador, llegaron a la región. Al ver a un policía, se dirigieron a él en la lengua de los servidores públicos: —¿Dove hotel loca?

El vigilante no entendió absolutamente nada. Intentaron con otras personas utilizando todas las variantes que conocían. Pero no obtuvieron ni siquiera una respuesta. Encendieron la radio y lamentaron no haber prestado atención al curso de inglés de Ferguson, pues todas las canciones estaban en ese idioma. Buscaron algunos lugares que el profesor había evocado en las tardes de la calle Fray Cayetano: el salón IF, donde atendían prostitutas filosóficas; la calle He-ling, en la que era obligatorio besarse; el bar Gambrinus, donde los mozos se suicidaban si el cliente no estaba satisfecho.

Al ver que nadie comprendía el sebulés, los hermanos Giangrante dieron en pensar que tal vez la lengua se había ramificado hasta existir tantos idiomas como personas. Sin embargo, un marinero argentino les aseguró que allí se hablaba el indonesio o el inglés y que las palabras eran más o menos las mismas para todo el mundo.

Los Giangrante sintieron crecer en su interior una ominosa sospecha: ¿acaso el profesor Ferguson se había burlado de ellos? ¿Habían perdido su juventud estudiando un idioma inexistente, inventado por un borracho? (1)

Las noticias sobre los hermanos llegan apenas hasta aquí. Algunos dicen que fueron detenidos vaya a saber por qué delito y que están sepultados en un manicomio de Kampung Sebula tratando de congraciarse con los enfermeros hablándoles en el idioma de los trabajadores de la salud, que es el mismo que el de los locos.

(1) El profesor Ferguson en verdad no bebía.

Alejandro Dolina, El libro del fantasma, Ed. Colihue, 1era. edición, 3ra. reimpresión.

Respuestas inteligentes a preguntas tontuelas

Los sitúo: programa de televisión en el que la periodista, ex modelito o vedette o algo así (no entremos en detalles), finaliza entrevista a prestigioso intelectual argentino con una de las tantas consabidas preguntas que se hacen en estos casos: "¿Qué libro te llevarías a una isla desierta?".


Me puse a pensar, por mi parte, qué respuesta daría yo. Me llevaría dos libros, no uno (hago una pequeña trampita, pero ¡es que hay lugar en la valija!): el Diccionario María Moliner (los dos tomos, pero para mí cuentan como uno) y el excelente, realmente sobresaliente libro de la Prof. Susana Rodríguez-Vida, "Curso práctico de corrección de estilo", Editorial Octaedro, septiembre de 2006.


No sólo es de destacarse el inteligente ordenamiento del material que la Prof. Rodríguez-Vida incluyó en la obra, sino también la didáctica empleada por Susana; tanto es así que, por momentos, pareciera que ella está al lado de uno, enseñándole.


Profusión de ejemplos, claridad y abundancia de explicaciones, justificaciones de correcciones al por mayor: en fin, ideal para correctores gramaticales, ortotipográficos y de estilo. ¡Larga vida a ésta y a las muchas obras de la Prof. Rodríguez-Vida!

Por si no quedó lo suficientemente claro... (II)

A propósito del artículo que publiqué ayer sobre las redundancias, mi colega y amiga Paola S. Abattantuono ("Batatita", como le decíamos en la secundaria) me escribe preguntándome si decir "el mes de mayo" es también una redundancia.


La respuesta es no. En el muy buen diccionario "Las preposiciones - Valores y usos - Construcciones preposicionales" de María del Carmen Fernández López (Ediciones Colegio de España) dice: "[La preposición 'de'] expresa la pertenencia de una persona o cosa a una clase o especie; en primer lugar aparece el nombre genérico seguido de la preposición 'de' y del nombre correspondiente a la persona o cosa de la que se habla". Y precisamente uno de los ejemplos es "Juan nació en el mes de noviembre". Es decir: de los doce meses del año, Juan nació en el de noviembre.


Otro ejemplo es: "En primer lugar visitaremos la ciudad de París". Nuevamente: de todas las ciudades posibles, visitaremos la de París.


El diccionario citado, dicho sea de paso, es altamente recomendable. Además de un extenso catálogo de ejemplos de usos de preposiciones, en el último capítulo la autora se tomó el trabajo de incluir ejercicios, cosa infrecuente en un diccionario y en casi cualquier libro de gramática avanzada. Sin dudas, para tener en la biblioteca.

jueves, 15 de julio de 2010

Por si no quedó lo suficientemente claro...

El idioma inglés tiene cierto apego y cariño por las redundancias. La prueba está en ciertas frases de un documental-reality show que tuve el placer de traducir días pasados (y digo que fue un placer porque alimenta los temas de los que hablo aquí).


A continuación, algunas de las frases en las que el guionista, tipo precavido él (¡o ella!), no quiso dejar nada librado al azar... ni a la imaginación de los televidentes.


1) "Each section requires around 10 brackets adding up to 11 hundred separate holes for the entire display".


El uso del adjetivo "separate" en inglés es ya un clásico. Ahora bien, digo yo desde mi segura ignorancia sudamericana, si los "holes" no son independientes (traducción que, parte en abstracto, parte en contexto, tendría la palabra "separate"), ¿qué son? ¿Grupales? ¿Todos juntos hechos en el mismo lugar? ¿Todos hechos uno al ladito del otro?


2) "This sign took two years to complete from design to fabrication and it's so big, it has to be assembled in 11 separate pieces".


Vale para éste lo del comentario anterior. ¡Sí, hombre, son once piezas diferentes e independientes! Si no, el cartel ("sign") en cuestión ¡sería de una sola pieza, caramba!


3) "So a slightly smaller crane is used to place 10 ton counter balances on it. Otherwise, the street would cave in and the crane would collapse through the subway tunnel below".

Variante de la frase anterior (con la que me martillaba el guionista desde su guión): "One wrong move and an arm could come crashing through the street crushing the subway below".


Ajá. Sí, los subterráneos (el "subway") suelen estar subterráneos ("below the street").


4) "One wrong move could send any one of these 4 thousand pound pieces shattering onto the street below".


El señor que decía esto estaba colgado de un andamio a once pisos del suelo, y tal era la imagen que aparecía mientras decía la frase. Sí, caballero, sí: el suelo siempre suele estar abajo ("below"). Casi nunca, me atrevería a decir, el suelo está arriba.


5) "There are 672 crystal triangles that are pieced together to construct the ball. Over 95 hundred LED's are distributed among them, allowing for more than 16 million different colors".


Qué suerte que son 16 millones de colores diferentes. Si fueran todos iguales, no serían dieciséis millones, y ni siquiera un solo millón. Sería un color solito, pobrecito.


6) "Over at the corporate sign, all four panels have been successfully placed".


Y sí. Si no hubiera sido "exitosamente colocado", no habría sido colocado en absoluto. ¿Cuál es el sentido de colocar algo defectuosamente, sobre todo cuando es un cartel que va en la calle?


Por supuesto, ciertos redactores argentinos no son indiferentes a esta característica del idioma inglés; no, señor. En una revista del espectáculo leo: "[Antonio] Banderas está involucrado en cinco películas diferentes hasta fines de 2011". Bueno, lo que decía antes sobre los dieciséis millones de colores: qué suerte que Banderas esté trabajando en cinco películas diferentes: si fueran cinco películas iguales, con hacer una sola basta y sobra. A menos que el redactor, además de calcar servilmente el uso inglés de ciertos adjetivos y adverbios, no sepa diferenciar entre una película y una obra de teatro que se ofrece en cinco funciones.


No sé. A esta altura de la velada, todo puede ser.