Lamento si a alguien no le gusta lo que estoy a punto de escribir, pero es lo que pienso: desconfío del traductor que no estudió en ninguna parte, el que es traductor porque él lo decretó.
Sí, yo imagino eso: el tipo (o la dama) se levantó una mañana y dijo: "¿Qué hago de mi vida? ¿De qué trabajo? ¿Cuál va a ser mi profesión?", y sin más se respondió: "Ah, buenísimo: voy a ser traductor/a".
Sabe -porque a esta altura es fácil averiguarlo en Internet, por ejemplo- que hay carreras de traducción, pero no: se anuncia como traductor/a e intenta obtener trabajos como tal.
Yo no puedo confiar en alguien cuyo ¿conocimiento? de las técnicas de traducción y de las materias sobre las que traduce no esté avalado por alguna institución, por un curso aunque sea mínimo. No hablo de que me guste o no me guste: hablo de que no puedo confiar en lo que esa persona dice ser.