miércoles, 6 de abril de 2011

Meditaciones metafísicas acerca del "listening" en inglés

Tengo ya un artículo escrito sobre técnicas para abordar el "listening" en inglés. En ese artículo describo algunos trucos que a mí me sirvieron para mejorar la escucha de voces que hablan inglés, pero desde hace un tiempo -y debido a mi trabajo diario de desgrabación de películas y documentales para su posterior traducción- me vienen rondando algunas reflexiones sobre el famoso "listening" que tanto nos desvela a todos.

Esta vez no se trata de técnicas para poder escuchar y entender mejor una voz que habla inglés, sino algunas reflexiones más leves acerca de esta tarea. Los lectores se van a dar cuenta de que son reflexiones muy personales, casi impalpables, pero tal vez alguien se sienta identificado, diga "a mí me sucede lo mismo", y en tal caso este modesto artículo habrá tenido un propósito más además de permitirme expresarme.

En primer lugar: si bien hace ya años que me enfrento cotidianamente a material audiovisual hablado en inglés -y en todas sus variedades: británico, estadounidense, australiano, orientales que hablan inglés, latinos que hablan inglés-, la primera escucha es siempre traumática. Me ganan los nervios. Pienso que no voy a entender nada. Pienso que todo va a ser un fracaso.

Recién logro tranquilizarme cuando tomo conciencia de que soy yo la que se arma todo ese embrollo en la cabeza. Para relajarme, respiro hondo y trato de escuchar por lo menos unos diez minutos de lo que se está diciendo. Y ahí me doy cuenta de que la dificultad está en mí, en mi cabeza; y no es que entienda todo lo que se dice en inglés y perfectamente -lejos estoy de eso-, pero por lo menos entiendo la idea de lo que se está diciendo, y eso ya es bastante.

En segundo lugar: se me presenta más de una vez el caso "servido en bandeja": la película o documental tienen un libreto, un "script", y eso facilita las cosas. Claro, con el "script" todos somos Gardel. Y yo también, para qué mentirles, me siento Gardel. No obstante esta sensación transitoria de ser el zorzal criollo (con Lepera y Barbieri juntos), llego a la conclusión de que hay veces en que ciertos ingleses hablan muy rápido y muy cerrado; empastan las palabras entre sí y ese pastiche que arman se entiende sólo con el libreto adelante de una. Yo llegué a la modestísima conclusión de que hay que aceptar la derrota. Se van a presentar casos en que uno no va a poder descifrar cada palabra de lo que se dice. Qué se le va a hacer. Pero por lo menos es sano aceptar que uno no es omnipotente, y que de todas maneras el contexto puede llegar a surtir su efecto.

En tercer lugar: me parece buen ejercicio escuchar muchas veces una determinada voz que habla en inglés junto con el correspondiente libreto para detectar aquellas palabras que están representadas por un sonido parcial o defectuoso. Tal vez uno así tenga algún elemento de juicio parcial para saber que se trata de esa palabra y no de otra. Por ejemplo: acabo de traducir un reality show sobre un adolescente que empina el codo no te puedo contar cómo. El anfitrión del programa, en cierto punto, dice "heavy drinking", grupo de afinidad con el cual estamos bien familiarizados. Pero no pronuncia "heavy" con la "h" aspirada, no señor; pronuncia la palabra más o menos así, /evi/. Hasta hoy, me habría entrado el pavor y no habría podido descifrar que "evi" es, en realidad, /'hevi/, y no se me habría ocurrido vincularlo a "drinking", porque la pavura me obnubilaría.

Desde hoy, me propuse estar más serena ante el listening y sacar más partido del contexto. Fijarme qué es lo que puede ser plausible y qué es lo que no puede ser plausible, y dar hasta donde pueda. Incluso en el libreto que me facilitaron para hacer la traducción no todo estaba transcripto. La misma persona que lo había transcripto -de la cual se espera que sea nativa o al menos con un buen manejo del inglés (por lo menos, todos los libretos que a mí me llegan vienen del mundo anglosajón)- no había logrado entender algunas cosas. Y bueno: si ella, que es nativa o casi, no puede, creo que yo me puedo perdonar algunas cosas. Ya llegará el día en que yo entienda todo, todo, todito, todo...

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