En un artículo que publiqué aquí hace pocos días hice alusión a la forma de utilizar diccionarios que habíamos acordado en un grupo específico de trabajo, lo cual no quiere decir que ésas sean instrucciones para utilizar diccionarios en forma general.
Podría decirse que cada diccionario se dicta sus propias normas respecto de cómo organizar la información y por ende tiene sus propias normas para ser utilizado. El único punto básico en el que todos los diccionarios están de acuerdo es en ordenar alfabéticamente las palabras que cada uno ha decidido tratar, pero fuera de eso, las variantes dependen del criterio lexicográfico adoptado. Ejemplo: en el diccionario María Moliner de 1991, las palabras están ordenadas por lemas y sublemas. ¿Cómo es esto? Si busco la palabra "lenteza", la encuentro en tipografía más chica que otras palabras, y al lado de ella encuentro que me dicen "ver bajo 'lene'". Voy a "lene", y entre otras muchas palabras derivadas de "lene" encuentro "lenteza" y su definición, "lentitud". Es decir, "lene" es el lema, y "lenteza" es el sublema.
Ésta es una característica que se eliminó en la edición 2007 del María Moliner. No sé si ya se había eliminado antes porque no compré ni vi las ediciones que se sucedieron entre la de 1991 y la de 2007.
Otra característica que tiene que ver con la utilización de los diccionarios es que a veces utilizan en sus definiciones palabras en letra tipo versalita, que es como una mayúscula petisita. Eso significa que esa palabra está definida en ese mismo diccionario.
El María Moliner utiliza la letra tipo itálica para destacar acepciones técnicas o pertenecientes a un campo específico del saber, o para acepciones no documentadas pero de utilización popular. Es decir, la utilización de la letra tipo itálica nos muestra una clave de uso: se trata de palabras de utilización restringida a un campo específico del saber o que deben utilizarse "con pinzas" puesto que no cuentan con el aval de utilizarse en medios escritos.
Cuando el diccionario Clave incluye anglicismos de utilización habitual en castellano hace que dicha palabra y su definición se inicien con un corchete de inicio, y además consignan palabra y definición en itálica. Lo mismo sucede cuando se trata de palabras de un ámbito específico; por ejemplo, la medicina.
Y para finalizar, todo diccionario utiliza abreviaturas que, en general, son compartidas; es decir, todos utilizan las mismas: f. para "femenino", m. para "masculino", v.t. para "verbo transitivo" y muchas otras.
Todas estas instrucciones vienen siempre al inicio de todo buen diccionario. Tuve un gran profesor en el Traductorado, Ricardo Chiesa, que decía que antes de abrir un diccionario había que leer las primeras páginas, donde estaban estas instrucciones. En realidad, los dos procederes son válidos: leer primero las instrucciones y después utilizar el diccionario, o como suelo hacer yo (caótica como siempre): busco las palabras y si tengo dudas sobre alguna abreviatura o uso de la tipografía, voy a las instrucciones.
Utilizar los diccionarios no es, en definitiva, tan difícil como parece. Como todo, es cuestión de práctica.