jueves, 27 de septiembre de 2012

Los diptongos en los medios

El diptongo "ea" suele ser el patito feo del idioma castellano. A propósito, ¿qué es un diptongo? Según María Moliner es el "conjunto de dos vocales que se pronuncian en la misma sílaba".

Pero retomo el hilo: no hace mucho tiempo, un pastelero de Utilísima declamaba desde la pantalla que "le gustaba pasteliar", en lugar de "pastelear", pronunciación correcta de su particular neologismo.

Otro personaje de Utilísima, esta vez un arquitecto que se ocupa de diversos trabajos de remodelación de la casa, habló del color "platiado" en lugar de hablar de nuestro tradicional color plateado.

Y digo que el diptongo "ea" es el patito feo, la Cenicienta, porque cuando llega el momento de pronunciar la primera persona del pretérito indefinido de cualquier verbo terminado en "ear", la pronunciación de dicha desinencia suele decidirse a favor del desafinado "ié" en lugar del más complicado pero más alegre para los oídos "eé". ¿Ejemplos? El verbo "patear". Diez mil dólares al que oiga pronunciar a alguien "yo pateé (la pelota, por ejemplo)" y no el chirriante "yo patié (la pelota)".

Tengo una teoría: da vergüenza pronunciar esta desinencia como "eé"; da la impresión de que uno se pasó de culto y educado al hacerlo como corresponde. Suena pedante. Yo creo que en el uso del lenguaje también intervienen factores psicológicos como éste que acabo de mencionar: la vergüenza. Me pasó con ciertos alumnos de inglés, que se sentían "tilingos" si tenían que pronunciar un inglés correcto, no digamos afectado. No sé si estoy en lo cierto. Que cada uno llegue a sus conclusiones.

ACLARACIÓN DE ÚLTIMO MOMENTO: Me equivoqué al llamar "diptongo" al grupo vocálico "-ae" de que trata este artículo. En realidad, es un hiato. Por favor, donde diga "diptongo" en este artículo, ruego que se lea "hiato". Gracias. 

miércoles, 26 de septiembre de 2012

¿Qué nos pasa a los traductores? (Volumen IV)

En innumerables ocasiones he hablado en este blog sobre cierta falta de espíritu crítico que trasuntan ciertos traductores a través de sus traducciones. Por ejemplo, cuando -ya lo dije, insisto- incomprensiblemente dejan palabras en inglés en sus traducciones al castellano, so pretexto de que "igual se entiende", o cuando adoptan a pie juntillas y sin cuestionar alguna decisión estrambótica de la Real Academia Española, a la que idolatran sin ponerse a pensar si realmente las decisiones que toman un grupo de tipos allá, del otro lado del Atlántico, se ajusta a un criterio lógico o no.

De mi observación de colegas graduados/as en mi misma casa de estudios, la Universidad de Buenos Aires, no me queda otro remedio que extraer la siguiente conclusión: la falta de libertad de elección te convierte en un ser acrítico. Ahora, el plan de estudios cambió en la UBA, pero cuando yo estudiaba, hace no tantos años, el sistema era de cátedras únicas; es decir, era ya, de entrada, imposible o muy difícil discrepar con un profesor porque una corría el riesgo de que el profesor o la profesora se ofendieran y que uno no pudiera recursar y aprobar la susodicha materia hasta que el profesor o profesora ofendidos se jubilaran o se murieran.

De este sistema de cátedras únicas se desprendía entonces un acto reflejo que el alumno de Traductorado adquiría desde sus iniciales balbuceos pedagógicos: empezar a captar qué palabritas "le gustaban" al profesor de turno (sobre todo, de las materias de traducción) y cuáles "no le gustaban", para, a conveniencia, usarlas o no en las traducciones ¡y en los exámenes!

Entre esta postura y la de estudiar con un glosario predeterminado no hay ninguna diferencia. Ya hablé, también en este blog, sobre el lugar que deben tener los glosarios en el proceso de aprendizaje de la traducción (ruego a los lectores buscarlo). Aprender a traducir con un glosario en lugar de hacerlo con un señor diccionario es una barbaridad. La traducción, tomada seriamente como disciplina de estudio y como medio para ganarse la vida, exige realizar una indagación adecuada sobre el alcance semántico de cada término y la oportunidad para usarlo o no. Entonces, que ciertos alumnos empiecen a formarse una idea de "qué palabrita usar o no usar según el capricho del profesor" me parece atroz. Y esa atrocidad se consolida cuando uno no puede debatir con el profesor. Y esa falta de debate con el profesor/titular de cátedra se logra, ese silencio del alumno, lamentablemente se logra con un sistema en el que falta la libertad; es decir, un sistema de cátedras únicas.

Insisto: el plan de estudios de la UBA ha cambiado, e incluso antes del cambio ya se observaban algunos cambios en el sentido de que, por materia, en algunas materias, hubiera dos cátedras. No sé ahora, con el nuevo plan de estudios, si hay más cátedras disponibles o volvimos, como en el juego de la oca, al casillero número uno. Es difícil exigirle al sistema universitario que una carrera tan minoritaria en cuanto a cantidad de alumnos se impongan tres o cuatro cátedras por materia. Pero tampoco se puede achacarle todo al sistema; tenemos, como traductores, como ex alumnos universitarios, como actuales profesionales, la capacidad de pensar, de criticar (en el sentido de "analizar"), de utilizar el sentido común, el buen criterio y el raciocinio para analizar la realidad, desde lo que pase en la Argentina hasta lo que pase en el texto que estamos traduciendo. Además, hay magníficos libros que nos ayudan, enseñan y estimulan a pensar, si es que no nos lo enseñaron en la universidad, en casa o en la secundaria.

Así como la educación nos hace libres, también nos ayuda a ser libres la capacidad de analizar la realidad -insisto, desde lo que haga el gobierno hasta lo que haya hecho el autor de nuestro texto- para poder ver dónde estamos parados, por qué nos pasa lo que nos pasa y para comenzar a ver cómo podemos cambiarla.

martes, 25 de septiembre de 2012

Desconfío

Lamento si a alguien no le gusta lo que estoy a punto de escribir, pero es lo que pienso: desconfío del traductor que no estudió en ninguna parte, el que es traductor porque él lo decretó.

Sí, yo imagino eso: el tipo (o la dama) se levantó una mañana y dijo: "¿Qué hago de mi vida? ¿De qué trabajo? ¿Cuál va a ser mi profesión?", y sin más se respondió: "Ah, buenísimo: voy a ser traductor/a".

Sabe -porque a esta altura es fácil averiguarlo en Internet, por ejemplo- que hay carreras de traducción, pero no: se anuncia como traductor/a e intenta obtener trabajos como tal.

Yo no puedo confiar en alguien cuyo ¿conocimiento? de las técnicas de traducción y de las materias sobre las que traduce no esté avalado por alguna institución, por un curso aunque sea mínimo. No hablo de que me guste o no me guste: hablo de que no puedo confiar en lo que esa persona dice ser.

sábado, 22 de septiembre de 2012

La traducción del verbo "substitute"



Tomemos el siguiente párrafo:


Early in the Middle Ages, when migrants from southern Spain began to appear to be the solution to the constant scarcity of labor in the north, feudal lords or their representatives traveled to inland Spain in search of laborers. The consolidation of an annual migratory flow within the country, from south to north, provided feudal lords with the possibility of substituting southern migrants for temporary, undependable local workers.

El verbo "substitute" es bien taimado porque se parece mucho a nuestro verbo castellano "sustituir". Según el Oxford Advanced Learner's Dictionary, significa "to take the place of sth else; to use sb/sth instead of sb/sth else". El mismo diccionario afirma que se lo utiliza con las preoposiciones "for" "with" y "by" en las siguientes combinaciones:

To substitute A for B
To substitute B with/by A
To substitute for sb/sth

Les muestro dos ejemplos tomados del mismo diccionario:

1) Margarine can be substituted for butter in this recipe = Se puede usar margarina en lugar de manteca en esta receta.

Es decir, aquí hay una sustitución, claro está; pero lo que se está diciendo en la oración original es: "la receta original lleva manteca, pero si usted no tiene, use margarina". Es decir, "substitute", aquí, no debe traducirse como "sustituir" (aunque subyazca un concepto de sustitución en la oración), sino como "poner".

2) Butter can be substituted with margarine in this recipe = En esta receta, la manteca puede sustituirse por margarina.

Aquí sí el verbo "substitute" cumple igual funcionalidad que el verbo "sustituir" en castellano.

En ambos casos estoy diciendo lo mismo: hay una sustitución. A lo que hay que prestar atención —porque se corre el riesgo de decir lo contrario— es qué reemplaza/sustituye a qué.

En el párrafo del comienzo, la forma de traducir "substitute" es la número 1); por decirlo de una forma grosera, en el proceso de sustitución, nos quedamos con los "southern migrants" y dejamos de lado a los "local workers".

Si traducimos este fragmento:

[...] provided feudal lords with the possibility of substituting southern migrants for temporary, undependable local workers.

de la siguiente manera:

[...] brindaban a los señores feudales la posibilidad de sustituir a los migrantes del sur por trabajadores locales, temporarios y poco confiables.

estoy diciendo exactamente lo contrario de lo que dice el original. Ojo.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Cuánto nos gustan las cosas

Sobre todo cuando se trata de comidas, pero también con referencia a otras cuestiones, los porteños utilizamos algunas expresiones que manifiestan esa aprobación y ese deleite por algo que nos gusta, que se ve bien, que nos satisface.

He aquí un brevísimo catálogo, nada más que una muestra (es decir, hay otras expresiones), de esas expresiones laudatorias:

"Es un espectáculo".
"Es de película".

Y ya que últimamente estamos los porteños atravesando un revival de las recetas de Doña Petrona, recordemos la expresión "es un poema".

La expresión "es de película" es un poco anticuada. Yo la recuerdo de los años 70, cuando yo era chica. Pero todo vuelve, así que por eso la rescato.

domingo, 16 de septiembre de 2012

"With a vengeance"

La palabra "vengeance", por sí misma, tiene por equivalente palabras castellanas como "venganza". "Vengeance" es sinónimo de "payback" o "revenge".

Sin embargo, si le agregamos el inocente condimento de la preposición "with" y el artículo indefinido "a", la cosa cambia bastante: la expresión completa "with a vengeance" significa lo que en Buenos Aires decimos "con toda la furia", y de un modo más neutro, "con ímpetu", "con gran energía".

Es una expresión que me tocó traducir en un libro que traduje para Distribuidora Lumen y, que yo sepa, todavía no se publicó. Una lástima; es un libro interesantísimo en el que se comparan la vida de Jesús y la de Ghandi. A principio, sí, metí la pata y la traduje en forma literal; pero leyendo de nuevo el párrafo, lo de "venganza" no cerraba con el bueno de Ghandi, y mucho menos con Jesús. Y entonces fue cuando aprendí a desconfiar sanamente de las palabras y más todavía de ciertas combinaciones que, como la sandía y el vino o la cerveza y el vino, pueden hacernos "pupa".

Imprecisiones necesarias

Hay ciertas ocasiones en que alguna imprecisión es necesaria en aras de obtener un objetivo supremo, cual es la comprensión del lector.

Pequeño ejemplo que me tocó protagonizar el otro día, y que vi confirmado en dos películas esta mismísima tarde: la palabra "tiempo". Se trata de una palabra ambigua porque implica, por un lado, "eso marcado por el reloj o el calendario", y por otro lado es el estado atmosférico de un área geográfica en un momento dado.

Sucede que si la palabra en inglés es "wheather" y la traducimos como "tiempo", puede darse el caso -sobre todo en traducción audiovisual- de que esa segunda acepción se tome por la primera. En ese caso, lo que personalmente hago es estirar un poquito el significado de "tiempo" en tanto estado meteorológico y traduzco "wheather" como "clima".

Hablo de "estirar el significado" porque "clima" tiene un sentido definido: se trata del patrón meteorológico/atmosférico predominante o permanente de una zona geográfica. Es decir: Buenos Aires es una ciudad predominantemente húmeda (no hay planchita para el pelo que te alcance); ése sería el clima de Buenos Aires; pero si tenemos una semana de tiempo seco, ese "tiempo", ese estado atmosférico, es, precisamente, el "tiempo", un estado transitorio y contingente dentro del patrón meteorológico permanente.

Les dije que vi utilizado el mismo procedimiento en dos películas, esta misma tarde: lo vi en "Groundhog Day", retitulada por estas tierras como "Hechizo de tiempo" (en este caso, tomado en el sentido de "lo marcado por el reloj o el calendario"), película con Bill Murray y Andie McDowell, y en "Pacto de justicia", con Kevin Costner y Robert Duvall, cuyo título original es "Open Range".

Y si bien en el título "Hechizo del tiempo" se alude a "tiempo" en tanto "lo marcado por el reloj o el calendario", el gran factor que en la película impide que Bill Murray salga del pueblo de Punxutawney es una bruta tormenta de nieve. En "Open Range" lo que cae es tremendo chaparrón.

¿Traidora? No me siento así para nada. Sí imprecisa, pero como dije antes: la comprensión del lector/espectador ante todo. Si no, ¿para qué me gasto?

sábado, 15 de septiembre de 2012

"Vigilante" y "bland" como falsos cognados inglés-castellano


El de los falsos cognados es un tema que vengo tratando desde hace tiempo, no solamente en este blog, sino también a través de dos diccionarios que tengo publicados como libros electrónicos en Internet (en mi sitio personal, www.avlt.com.ar y en varios sitios de libros gratuitos).

El problema más importante que noto en cuanto al uso de falsos cognados es el siguiente: el traductor que cae en la trampa que plantea el falso cognado se deja cegar por el parecido entre la palabra inglesa y la castellana porque no abre el diccionario. Así de sencillo. En lugar de verificar si realmente ambas palabras significan lo mismo, no: mete acelerador a fondo y pone lo que, en mayor o menor medida, son barbaridades.

Dos ejemplos tomado (cuándo no) de la televisión. Serie interesantísima del canal Film&Arts, policial. Un personaje le dice a otro que si ejecuta por su cuenta al delincuente, no será un policía, sino un "vigilante" (pronúnciese esta palabra en inglés). Y el traductor lo tradujo, así nomás, como "vigilante" (pronúnciese esta palabra en castellano).

En inglés, un "vigilante" es lo que en castellano conocemos como un "justiciero por mano propia", mientras que, en la Argentina, "vigilante" es una denominación bastante anticuada para el policía. Es decir, como casi siempre, usamos mal un falso cognado y estamos diciendo lo contrario de lo que debería decirse.

Otro ejemplo es el siguiente: programa de concurso de aspirantes a cocineros. Uno de los jueces le dice a uno de los participantes: "Your mashed potatoes are bland". ¿Qué traduce el traductor o la traductora? "Tu puré está blando". No, señores. Vean qué significa "bland" en mi Diccionario Crítico Lassaque de Falsos Cognados. La palabra "bland" no tiene nada que ver con lo espeso o blando de un cuerpo. Pero no conforme con eso, el juez sigue con su diatriba contra el participante y le dice por lo menos tres veces que otra participante "condimentó mucho mejor su plato". Claro, porque "bland" significa "soso, sin gusto, sin sabor, sin sazón".

Podrá parecer una tontería, pero creo cada vez con más firmeza que para ser un buen traductor no solamente hay que abrir diccionarios, sino que hay que razonar. En este caso, habría que preguntarse cuál es la relación entre la palabra "bland" y la alusión que de inmediato hace el juez a la sazón de otro plato. Salvo que el juez del programa de concursos esté borracho o loco, la coherencia es lo que predomina en su discurso.

Pero además de diccionarios y razonamiento, hay que tener un poco de intuición. Si traduje "el puré está blando" y de lo que se está hablando es del condimento, claramente algo falla con el par de voces "bland/blando". Y allí volvemos al comienzo: hay que abrir el diccionario y volver a leer definiciones, porque si dejo la palabra "blando", tan campante, algo, como traductor, estoy haciendo mal.

martes, 11 de septiembre de 2012

A mí me pasa lo mismo que a usted


Participo del foro de LinkedIn de ex alumnos de la Facultad de Derecho. En el debate que se encuentra en la siguiente dirección:


una abogada forista señalaba con indignación otro sitio de Internet (http://www.computrabajo.com.ar/bt-ofrd-donfiorentino-7148.htm) donde figuraba el siguiente aviso:

Procuradora Ad Honorem
Buscamos estudiante de los primeros años de la carrera de abogacía para Reconocido Estudio Jurídico en Ramos Mejíoa, para realizar tres veces por semana part time tareas de procuración en Capital Federal Ad Honorem en sus comienzos. El Estudio abona los viáticos.

Días y horario de trabajo de 7:30 a 13:00hs tres veces por semana (a convenir días)

A la vez, otro forista respondió:

ABRO CITA
Una vergüenza, nadie tiene ni debe trabajar gratis con la excusa de que lo que te llevás es la experiencia. Me indigna cómo colegas bastardean nuestra profesión.
CIERRO CITA

En todos los foros de traductores se habla con insistencia sobre nuestra conflictiva relación con las tarifas, el dinero, los honorarios y los clientes. En cierto foro (del que participé) se hacen constantes comparaciones entre lo desventajosos que son los tratos con el cliente en la profesión del traductor y la profesión de, por ejemplo, el abogado o el escribano. En ese foro constantemente se hace alusión a que nadie le discute los honorarios al escribano ni al abogado, mientras que, a los traductores, los clientes nos discuten las tarifas, y cómo.

También se habla largo y tendido en ese foro sobre que los estudiantes de traducción no deben trabajar aún como traductores puesto que son presa fácil de las agencias inescrupulosas de traducción. Y se habla, por supuesto, de las agencias inescrupulosas de traducción y las tarifas miserables que pagan.

Veo, a partir del aviso publicado, que no somos los traductores los únicos que la pasamos mal. Los abogados recién recibidos también están expuestos a ser explotados, como lo demuestra el aviso. Lo que me interesa resaltar es que en ciertos foros (visitados casi todos por las mismas personas; felices de ellas, puesto que parecen tener mucho tiempo disponible para participar tanto de tantos foros) se insiste hasta el hartazgo en la cuestión de la explotación del traductor novel y no tanto. Y cuando una servidora ha intentado en alguno de esos foros bajarle el tono a la cuestión argumentando que esa explotación no es patrimonio exclusivo de los traductores (cosa que parecen transmitir los mensajes de esos foristas alarmistas), la han tratado a una servidora casi como traidora a la patria. Claro, imaginate: les quitás el rol de víctima y les quitás parte de su identidad.

Los médicos recién recibidos y los no tanto también son objeto de explotación en los hospitales, en las prepagas y en las obras sociales. También hay meritorios/pasantes en los estudios de arquitectura, hay meritorios en la industria del cine y la televisión, y yo, que fui secretaria durante mucho tiempo (en mi vida pasada), debí trabajar la mayor parte de ese tiempo por sueldos insatisfactorios. Colegas, en esta bendita Argentina a la mayoría le pasa lo mismo. Fingir que es un problema exclusivamente nuestro es un poquitín soberbio, ¿no?

lunes, 10 de septiembre de 2012

La memoria

"[...] a medida que van pasando los años, [la] memoria [...] se nos hace más y más preciosa. Insensiblemente, van amontonándose los recuerdos y un día, de pronto, buscamos en vano el nombre de un amigo o de un pariente. Se nos ha olvidado. A veces, nos desespera no dar con una palabra que sabemos, que tenemos en la punta de la lengua y que nos rehúye obstinadamente".

Éste es un párrafo tomado de las memorias de Luis Buñuel, libro que estoy leyendo ahora, ya que terminé con la autobiografía de Akira Kurosawa.

Quise reproducirlo porque la memoria y el razonamiento lógico son las dos grandes herramientas del traductor. Siempre abogo aquí, en este blog, por el sentido común, el buen criterio, el razonamiento lógico; pero la memoria también es parte de nuestro proceso traductor. 

No quiero decir con esto que haya que saberse de memoria el diccionario, no. Al contrario: ese traductor petulante que afirma "hacer las traducciones sin abrir el diccionario" está bastardeando la médula misma de la profesión que dice amar. Pero es claro que, tanto para traducir como para cualquier otra función de nuestra vida diaria, recurrimos a ese disco rígido que todos tenemos y que nos resulta útil e imprescindible.

sábado, 8 de septiembre de 2012

La tentación de usar el "color local"


A raíz del artículo de anteayer sobre el detalle y la generalidad en la traducción, me escribió Peonia Kempenich, de uno de los foros de LinkedIn, con la siguiente inquietud, que me parece muy interesante:

ABRO CITA
Quisiera preguntarte si ¿alguna vez has caído en la tentación de dejar algún término en tu habla materna? Al margen de lo que te pidan las productoras, has sentido ese deseo de imprimir color a tus traducciones y, técnica aparte, has optado por usar tus propias palabras (no neutralizarlas). En ocasiones, debo confesar, lo he hecho. No me refiero a una decisión arbitraria sino razonada, bien pensada, porque a veces la neutralidad del español no me permite expresar lo que mi habla puede en su lugar, ¿me explico? Y me refiero a la traducción de literatura, películas, no cuestiones técnicas.
CIERRO CITA

Les hago extensiva a mis lectores mi respuesta:

ABRO CITA
No, no caigo en la tentación de dejar algún término que no esté en castellano neutro porque 1) trabajamos con un glosario que hay que respetar y 2) luego de mi trabajo viene el de la correctora de estilo, que se ocupa de neutralizar. Eso, en cuanto a las productoras de programas de cable. Pero en este momento estoy traduciendo un libro del inglés al castellano, de un historiador argentino que vive y trabaja en Estados Unidos, y ahí sí, algunos términos los neutralizo (no uso la palabra "diario", que es la palabra que usamos en la Argentina para periódico, sino que uso la palabra "periódico", ni uso "aviso", sino que utilizo "anuncio"), y otros no porque tienen que ver con el tema mismo del libro, que es el gobierno de Juan Manuel de Rosas. Cuando se mencionan artículos autóctonos (mate, asado, cintillo, espuelas, estancia, chacra) o cuando se mencionan ocupaciones u oficios (ama de leche, por ejemplo), allí estoy obligada a mencionar el nombre argentino. Si me da la impresión de que el lector latinoamericano o español no va a entenderlos, les pongo una glosa, una breve explicación entre paréntesis, sin nota de traductor. Por ejemplo, "... los paisanos se reunían en la pulpería (tienda donde se vendían artículos varios y se servían bebidas alcohólicas)".
CIERRO CITA

Aclaro algo que me olvidé de decirle a Peonia: la idea de neutralizar algunas palabras en la traducción del libro surge de la necesidad que tiene la editorial de poder comercializar el libro en toda América Latina, España y cuanta jurisdicción hispanoparlante raye. Por lo tanto, lo que no ataña estrictamente al tema del libro y convenga neutralizar, pues allí vamos. Se usa el neutro. 

A propósito, el libro que estoy traduciendo es súper interesante. Cruzo los dedos para pronto poder verlo publicado y así poder hablar de él. Por ahora, secreto entre el cliente y una servidora, como corresponde.