viernes, 16 de diciembre de 2011

El predicativo objetivo

¿Es lo mismo decir

"Compré baratos los muebles"

que

"Compré los muebles baratos"?

¿Es lo mismo decir

"Quiero hacer este relato interesante"

que

"Quiero hacer interesante este relato"?

Salta a la vista que entre una y otra oración no se está diciendo lo mismo. Sin embargo, en ciertos libros de gramática destinados a la escuela secundaria porteña (no me atrevo a decir "argentina") sigue haciéndose caso omiso de un debido análisis del predicativo objetivo.

El predicativo objetivo es un complemento del predicado que modifica tanto al verbo como al objeto directo. El lugar que le corresponde es entre dichos elementos (el verbo y el objeto directo). Entonces, si digo

"Compré baratos los muebles"

la palabra "baratos" está desempeñando la función de predicativo objetivo.

Si en cambio digo

"Compré los muebles baratos"

el adjetivo "baratos" está calificando sólo a "muebles" en la función de modificador directo de esta palabra dentro de la estructura "los muebles baratos", que es el objeto directo del verbo transitivo "comprar".

En estos ejemplos, el cambio de significado es claro: en el caso de "Compré los muebles baratos", el hecho de que los muebles sean baratos es una característica inherente a dichos muebles; es una característica fija y permanente. Eran muebles baratos y punto. En el caso de "Compré baratos los muebles", esos muebles no eran baratos; regateé y me los dejaron baratos, pero baratos no eran.

Lo mismo sucede con "Quiero hacer interesante este relato". El relato de marras no es interesante; el hablante quiere agregarle elementos que lo hagan interesante. Pero si digo "Quiero hacer este relato interesante", estoy dando por sentado que el relato es interesante; no hay que agregarle nada más.

La diferencia de significado salta a la vista de inmediato. Sin embargo, hay otras oraciones que no tienen tanta suerte, y es en ellas en donde pasa inadvertida esta diferencia de significado si alteramos el lugar del predicativo objetivo. Por ejemplo, en la inocente oración

"Tengo las manos sucias"

lo que estoy afirmando, si analizamos a fondo la oración, es que el único estado permanente de mis manos es el de estar sucias. Y además, está mal expresado: el uso nos marca que deberíamos decir "Tengo manos sucias", puesto que como es mi único par de manos, no es necesario anteponer el artículo definido delante de "manos sucias". Es lo mismo que decir "tengo manos lindas", "tengo manos feas".

En cambio, si digo

"Tengo sucias las manos"

ahí la cosa cobra más coherencia: sí, claro, tengo un único par de manos, y en este momento las tengo sucias. No se trata de un estado permanente, lo cual sería extraño y llamativo, sino de un estado transitorio.

Y así confundimos el predicativo objetivo con el modificador del objeto directo, en montones de oraciones, donde, sin querer, decimos una cosa por otra.